lunes, 13 de julio de 2015

Melendi, concierto de traca en Valencia


Texto y fotos: Noelia Baldrich

Si hay un sentimiento que crece y crece, que no pierde la esperanza, que explota en miles de gargantas y se canta 
a viva voz es el de los guerreros hacia “El Jefe”. El popular cantante Melendi, en plena gira de Un alumno más está concitando, más que nunca, un acólito ejército, que se deja “los huevos en cada canción”, cantando como locos y levantando los mecheros celebrando lo vivido. Valencia fue escenario este pasado sábado del fervor, de las emociones (también pasiones), de las lealtades, de las complicidades, que el cantautor asturiano genera. 

Melendi durante su actuación haciendo gala de su garra, pasión y ternura.


En el Parque de los Viveros se vivió la mayor traca de la noche que enmudeció a los tradicionales castillos artificiales. Pólvora musical, pirotecnia lumínica, proyecciones visuales y fogonazos de talento hicieron vibrar a miles de guerreros –no vamos a decir sólo valencianos porque hasta allí se habían desplazado de todos lados-. Un concierto que quedará grabado en las Cenizas de la eternidad por la cantidad de atributos en los que recrearse, pero por no extenderme, me detendré, esta vez, en las emociones que prende y desprende el de Oviedo. (Si quieren conocer los artificios del espectacular montaje les remito a la crónica del 18 de mayo). 


Un explosivo show que alterna su faceta más cañera
con la más romántica. 
El ambiente venía caldeándose, días antes, desde el martes, y no por el sol de justicia, que era insufrible, sino por el asentamiento de los primeros guerreros. Escucharles explicar sus “batallas” para alcanzar las primeras filas es como escuchar la historia del Caballo de Troya pero en versión moderna. Conchi Pérez y su marido, Manolo, se recorren la geografía para asaltar todos los conciertos, y por supuesto irán al de Londres, el 16 de octubre. El cuenta kilómetros es un no parar. 1.100KM a la Coruña, otros tantos a Ciudad Real, a Valencia... Para ellos cada concierto es “una historia diferente donde todo arranca ahí”, y donde la familia de guerreros va creciendo. Llama la atención los términos que emplean sus seguidores para establecer las horas de viaje, los años que lo llevan siguiendo, o la intensidad de los afectos. Para los trayectos acuden a los discos: “Nos da tiempo para escuchar tres discos”, responde una seguidora que viene de Murcia. Para fijar desde cuándo lo llevan siguiendo, se detienen en su imagen. Mercedes LLambrich, del Delta de l’Ebre, lo sigue “desde las rastas”. Ella y su hija Ainhoa, estuvieron también en el de Madrid con dos Golden Ticket Meet&Greet y explican todo bondades: “La simpatía, lo que transmite, nos encantó”, apunta la madre. “Muy guapo, muy alto, un diez. Me abracé a él y ¡hala!, no dije nada más”, recuerda aún la hija obnubilada. Y para mesurar el afecto basta con echar un ojo al antebrazo de Álvaro, de Bilbao, donde lleva tatuado el nombre de Melendi. Habla de su cercanía, de su protección, de su cariño. “Nos trata y nos protege como nosotros lo hemos protegido a él. Es como un padre y nosotros para él”. 


Melendi con una careta de Marylin lanzada por sus fans mientras interpretaba Tú de Elvis y yo de Marilyn.

Más que padre, me atrevería a apuntar como un mentor, con el que todos se sienten identificados y al que todos acuden a explicarle sus problemas. Vean sino los comentarios que le dejan en las redes sociales, parece un confesionario, es “el pan de cada día”, el remedio para todos los males. A su parroquia se acercan cada vez más fieles a escuchar La religión de los idiotas. Sus canciones son oraciones con efecto sanador, un antídoto, una lección de vida de alguien que no es más que Un alumno más. Y es, precisamente, esta campachanería la que cautiva al personal. Ceremonias a las que acuden fans de todas las edades y condiciones, y los últimos en agregarse a su ministerio son la clase política. En el de Valencia nos encontramos a los de Ciutadans (C’s) que demostraron tener mucha afinidad con el asturiano, al fin y al cabo, esta formación en las últimas elecciones de repente despertó.


Desató la locura entre los miles de guerreros. 
El concierto comenzó poco después de las diez, y la velada se alargó pasada la media noche. Fueron dos horas y media de comunión y liturgia perfectamente hermandadas con una banda muy bien engrasada y una producción sobresaliente. El trovador callejero de Caminando por la vida, "sin pausas pero sin prisas", desgranó casi al completo su último trabajo, arrancando con Tú de Elvis y yo de Marilyn, y dejando para casi el final Tocado y Hundido, pasando entre otras por La promesa, El amor es un arte, Septiembre. Disparó su artillería infalible, hits que se han convertido en himnos de colectivo narcotizante como Calle PantomimaComo una velaBarbie de Extrarradio, y que fueron coreados hasta la extenuación. No faltó tampoco su mayor credo Cierra los ojos, una lección de vida que le permite dar consejos. Hay que decir que en esta gira el Milindri no se queda Con solo una sonrisa, se dedica a platicar con el público. Breves monólogos con dosis de humor que descargan carcajadas. Incitó a la mujer valenciana para poder escucharla exclamar: “¡Oooh!”

Una hipnótica coreografía de brazos
alzados le acompañó durante todo el concierto

A mis oídos llegó una curiosa conversación entre madre e hija. -“Mamá ¿sabes por qué no ha tenido (Melendi) suerte en el amor?” –“No, ¿por qué?” –repreguntaba la madre sorprendida. -“Porque no me ha conocido a mí” 
-zanjaba taxativamente la joven. Reacciones muy pasionales entre un sector del público femenino, y otras más atemperadas, por quienes adoran su repertorio. En definitiva, el popular cantante asturiano se ha convertido en el hilo conductor de una energía muy bonita y positiva que día a día conecta con más gente. Sus espectáculos son como un rearme moral de gran carga emocional. “Somos una poesía con pasión pero sin versos”. 


"El alumno más" sale al escenario con la lección bien aprendida y dando consejos de vida: "Que todas las guerras sean en la cama y no todas las despedidas sea amargas".

De nuevo, Lágrimas desordenadas y miles de brazos oscilando en una hipnótica coreografía. Valencia tuvo sus castillos artificiales la noche del 11 de julio pero la espectacular pirotecnia de Melendi sonó más fuerte.

Los guerreros en una foto de familia a la entrada del Parque de Viveros. Entre ellos, Anabel, Rocío, Antonio, Joana, Sonia, Conchi, Ana y Manolo, sentado.


Ana, Rocío y Belén, de Valencia, llevaban desde el martes para estar de las primeras. Entre muchas de las cosas que destacan de sus canciones es "el final que siempre sorprende con cambio de ritmo". 


Paula, de Murcia, seguidora de la gira, fue la primera.  

Álvaro, luciendo su tatuaje, señalo que "lo bueno de este tour 
es que no tiene  nada que ver con los anteriores, es un conciertazo.

Mercedes Llambrich (detrás a la izquierda) y su hija Ainhoa (delante de ella) junto a otras guerreras esperando a que abrieran las puertas.

La concejala del Ayuntamiento por Ciutadans (C's), María Dolores Jiménez, junto a su compañero de partido Rafael Martínez y un joven guerrero.


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