Una enorme imagen publicitaria de Enrique Iglesias en una pantalla de leds presidia el escenario minutos antes del concierto. |
¡Chapeâu! Merecidísimo calificativo para el Festival de los
Jardines de Cap Roig. Tras su clausura, el pasado 16 de agosto, ha llegado el momento de recoger todas las
flores –tratándose de un bucólico enclave que cuenta con plantas y árboles
procedentes de cinco continentes-. En su 13ª edición, este número sagrado para
los mayas, fue el mejor conjuro para proyectar una exquisita sintonía musical: del
26 de julio al 16 de agosto han sido 19 actuaciones, 17 con “sould out”, un
cartel artístico internacional y nacional de primera (Mark Knopfler, Keane,
Diana Krall, Katie Melua, Manel, Pablo Alborán, Rosario Flores, Fito&Fitipaldis,
Melendi, Malú, Super3, entre otros); una
organización perfectamente orquestada por Ediciones Musicales Clipper’s, con un
personal solícito y complaciente para garantizar el bienestar de los presentes;
un público de comportamiento respetable (con casi 41.000 espectadores) y de condición
respetable (el presidente Mas, Tito Vilanova, Juan Antonio Bayona); y una Costa
Brava que izó la bandera de marco incomparable. Unas inolvidables veladas donde todo ha salido
a pedir de boca, además de degustar las “delicatesen” servidas por el Celler de
Can Roca. Tan excelsos momentos merecían una despedida estelar propia de una
estrella del firmamento mundial y el encargado de poner el broche de oro a tan
relevante acto, fue el idolatrado Enrique Iglesias, con 100 millones de álbumes y sencillos vendidos,
y aposentado en los Billboard como número uno.
Un escenario con cañones de humo para recrear una atmósfera futurista y electrónica muy acorde con los últimos trabajos de Enrique Iglesias. |
Sobre el escenario de Calella de Palafrugell, Enrique Iglesias (1995, su álbum debut) demostró
que de casta le viene al galgo. Porque lo que ofrece en sus directos traspasa
los parámetros artísticos o virtudes musicales, es un “savoir faire” único
propio de su pedigrí superlativo: Iglesias-Preysler. Este artista español de 38
años, ha heredado la estrella de su padre,
Julio Iglesias, y su arte seductor de “soy un truhan, soy un señor”; y
el exquisito “charme” de su madre, Isabel Preysler, la reina de corazones. Creo
estar en lo cierto si afirmo, después de presenciar su directo en Cap Roig, es
que este Iglesias lleva en sus genes la fórmula del éxito. Vamos a intentar dar con ella. La ecuación no radica
en que ha compuesto decenas de hits mundialmente pegadizos, que lleva una banda
de aúpa, con un espectáculo con todos los medios a su alcance, que presume de
un físico atractivo, que parece Vivir (1997) “la vie en rose” o que le funcionan las Cosas del amor (1998); lo que le hace verdaderamente infalible,
incluso con el público más escéptico, es su especial don de gentes.
Añadir leyenda |
Enrique Iglesias pasó por Cap Roig como un ciclón. Puro espectáculo a la americana donde el artista demuestra ser todo un showman: interpela al publico, juega con él, y sobre todo se divierte.
El artista multiplatino, apareció en el escenario con
cuarenta y cinco minutos de retraso, que
se amenizaron con Billie Jean de
Michael Jackson, Alexandra Stan y Mr. Saxobeat entre otras conocidas canciones que
pusieron al público en movimiento. Sobre las 22:45h unos impactantes sonidos
electrónicos, acompañados de espectaculares juegos de luces, cañones de humo y
una mega pantalla que reproducía la frase “Are you ready?” (Estás preparado)
vaticinaban que lo que íbamos a presenciar iba a ser fuera de lo normal. Y tras
su banda apareció él, con su habitual indumentaria: tejanos, camiseta, gorra y
una esplendida sonrisa. Arrancó con Tonight
I’m loving you toda una declaración de intenciones porque lo que repartió
esa noche fue un “quid pro quo” amoroso entre el público y él. Continuo con I like how it feels irradiando tanto
calor humano que cualquier intento de resistencia fue en vano. Siguió Dirty Dancer, -viene a colofón mencionar la bailarina de
raza que le acompaña, Imani Coppola, que marcó el paso con más de un baile
“dirty”-. Por descontado, todos los miembros de su impresionante formación
tuvieron su tiempo para marcar su terrero: hubo apabullantes solos de guitarra
a manos de Van Romaine y Emmett O’malley;
Gilmar Gomes, percusionista hizo una exhibición tribal en Rhythm Divine que nos trasladó a ritmos tribales, pero ya se
encargó Enrique Iglesias de devolvernos
a Cataluña. “¿Cómo está mi gente
catalana?”, preguntó con gran entusiasmo.
Van Romaine, Emmett O'malley, Gilmar Gomes, Imani Coppola, Richard Maheux y Braden Wiggins, llenaron el escenario con sus impresionantes habilidades. |
Globos, confeti y mucha juerga durante las casi dos horas que duró el concierto |
Las gradas se desbordaron y fue el momento de entonar Bailamos. Y ¿quién no se ha enamorado
bailando? Esa noche parecíamos todos enamoramos, tendrían que a ver visto a
todo Cap Roig cantando Cuando me enamoro,
a todos se nos vino el alma el cuerpo y fue como subir al 7 (2003) cielo. Pero la
noche aun reservaba una experiencia única y un momento mágico. Sin pretensión
de exagerar y parafraseando una de sus canciones lo que vivimos a continuación
fue casi una Experiencia religiosa. Porque
después de robarnos el alma, con una
naturalidad inusitada la estrella Iglesias preguntó: “¿Quién quiere subir con nosotros?”. Pueden imaginarse lo que ocurrió, la gente
enloqueció, pedía a gritos ser elegida, y en contra de cualquier pronóstico –chica
despampanante a lo Kournikova, esa noche florecían- Enrique optó por una pareja
gay masculina de holanda, Wolfgang y Gane.
Enrique invitó a subir al escenario a una pareja gay, con la que conversó, invitó a chupitos, se fotografió con ellos y les interpretó dos temas. Toda una Experiencia religiosa.
Lo que ambos vivieron sobre el escenario lo recordaran como
eso, como una experiencia casi divina. Sentados junto al cantante y arropados
por la banda como un cuadro flamenco
apenas pudieron articular palabra. “You’re
my country, relax” les decía el cantante para relajarlos. “¿Estáis de vacaciones en España?”. “No, -esbozaron- hemos venido a verte”. Eso merecía un brindis y con total desenvoltura
el pequeño de la Preysler sacó de detrás de la batería –no unos Ferrero
Rocher.- pero sí una botella de licor con unos vaso de chupito. Y tras beber,
con ese fraseo tan reconocible de los Iglesias, Enrique cantó: “cada vez que estoy contigo descubro el
infinito” y sin duda sus deslumbrados invitados subieron al firmamento con
él. Aquello mereció un ensordecedor ¡¡¡ALELUYA!!! Antes de bajarlos, aún les
interpretó una de sus canciones preferidas que cada noche escuchaba de pequeño:
“Conmigo Cataluña vamos a cantar La chica
de ayer”. De nuevo, con la banda desparramada dándolo todo en el escenario
y él entregándose en cuerpo y alma – dejándose rozar la piel y fotografiándose con
el público- continuó con Be with you,
Tired y Escape. Era una fiesta
desbordada, dando rienda suelta al éxtasis. Y así se despedía… “Bona nit, muchas gracias”. No, no podía
ser, sabía a poco, y no es aconsejable irse a dormir con el estomago vacío
provoca insomnio o Insomniac, (2010) titulo de su octavo disco.
Tras unos minutos apareció de nuevo su banda, pero ni rastro
de él. Mientras el escenario acaparaba la atención, la traca final se estaba
preparando en las gradas. Una nube de
fornidos guardaespaldas, al amparo de la oscuridad, se situaba en el centro de
la gente. Y ¡zas!, un intenso foco de luz ponía al descubierto, en medio de esa
coraza humana, una silueta esbelta oculta en una sudadera, era la estrella.
¡Brutal! No apto para cardiacos. El público no podía creérselo estaba con
ellos, entre ellos, sentándose, fotografiándose. Se desató la Euphoria (2010). Fue tal el delirio y la
locura que Enrique intentó poner orden: “Seguridad
estamos en España, que haga la gente lo que quiera, tranquila”. Estaba
siendo un héroe así que, qué mejor que interpretar Hero.
Su vuelta al
escenario fue un subidón para los asistentes: “lo he tocado”, “le he cogido la
mano”, “le he besado”, “me hecho una foto”. Ya solo quedaba interpretar un
estruendoso I like it y volverse
completamente loco con Tonigh. Fue
una noche de shocks, aunque no interpretó su nuevo single Turn on the night up, de
emociones extremas ante un show muy
americano con confeti, globos, una puesta en escena espectacular, unos
infalibles hits, una banda de rompe y rasga y un intérprete que es todo un
showman, de empatía arrolladora. Salimos
hipnotizados.
El descenso hacia el coche dejaba un sabor de boca
agridulce: completa satisfacción ante un festival que ha dado experiencias
musicales únicas y cierta amargura por su clausura. En un intento de apaciguar
cierto resquemor las solícitas azafatas de Cap Roig nos obsequiaban con una
botella de gin “Bombay Sapphire” con un foulard azul a juego. Un último detalle
que se suma a los tantos que han plagado estas noches tan especiales. Un certamen
para quitarse el sombrero.
Otras imágenes:
Enrique Iglesias congregó a un público muy internacional: catalán como la familia Colomer de Girona, un nutrido grupo de rusas como Irina, Tatiana, y Cristina y muchas fans mimetizadas a lo Kournikova.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarWoow que bonito el articulo!!!!....Felicidades Noelia.....exactamente asi lo vivimos....una nocho magnifica;)
ResponderEliminar