miércoles, 16 de octubre de 2013

'Cine francés', el nuevo disco de Javier Cuenca.

Texto: Noelia Baldrich     Fotos: Mireia Baldrich

El cantautor madrileño, Javier Cuenca acaba de editar Cine francés un disco inspirado en el cine de la 'Nouvelle vague', donde las canciones reproducen fotogramas de películas de Rohmer o Truffaut.

A través de su música enseña al mundo lo que esconden sus ojos, siempre buscando algo especial: postales de ciudades, cuadernos de viaje, sesiones de cine, encuentros fugaces o turbios romances. Cantautor, compositor y periodista en una agencia de noticias, este músico madrileño acaba de dar su primicia: la publicación de su quinto trabajo discográfico con tintes cinematográficos. Bien podría ser un guión del séptimo arte por sus ‘Chicas en patines’ pero sus sesiones no han sido filmadas sino grabadas en los estudios Serendipity. La corriente cineasta de Eric Rohmer, François Truffaut o Woody Allen, es el atril que sustenta sus partituras; su pluma poética, con ‘La rosa y la espina’, el instrumento que hace aflorar las palabras sin prisa; y ese blues-jazz, “con tinta sonora del mejor Debussy”, el color impresionista de su melodía. Busca en la inspiración una canción que alivie el desencanto, que llene los huecos impasibles de la decepción, que huya de la mediocridad y que el corazón abra de par en par. Diez temas que vuelan como ‘Los pájaros de los Alpes’ cruzando ciudades: Paris, Viena, Venecia, Praga, New York… viajando en el tren de los sentimientos, para hacer ‘Voto de nostalgia’, bebiendo los vientos del olvido, inventando ecos de felicidad y brindando por volverse a enamorar -con tanta poética puede que me esté yendo por las ramas-. Y en ese Orient Express sentimental derrocha imaginación: un romance a ‘Mediados de agosto’ donde Oviedo es un blues disfrazado de nube; noches, donde la ciudad es un campo de batalla y ‘Las manos de los héroes’ combaten la sinrazón. Este músico invidente, que ve lo que escucha, lleva en la cabeza el soniquete de un blues ‘Demasiado oscuro’ para circular por ‘Carreteras’ sonoras convencionales. Sus cortes son experimentos donde se manipulan la realidad y lo artificial. Se rompen los esquemas de la normalidad y hacen saltar las alarmas de la perplejidad. Un “collage” cinéfilo-sentimental con toques de irrealidad donde la música apuntala la nota más glamurosa: una corriente a lo “Nouvelle vague” acompasa el pentagrama -empiezas a cantar la melodía y te acabas perdiendo por las ramas-. Elegante sonoridad dirigida por el productor Gonzalo Lasheras e interpretada por unos músicos con prestancia en el jazz. El batería Larry Martin, el guitarrista Enrique García y el contrabajista Javier Colina confieren un alto sentido estético al conjunto para estar a la altura de las evocaciones que la obra emana: Mozart, Verdi y Bach. Un disco distinguido, caracterizado por ese inconfundible “charme” parisino. Si la industria discográfica no abre los ojos ante Cine Francés -sus anteriores trabajos fueron algo ninguneados por Puro Vicio (2009)- demostrará adolecer de una ceguera en 3D: ni escucha, ni ve, ni “comprend rien de rien”. Él, con una visión que va mas allá de la simple mirada, parece comprenderlo todo para reinventarlo de nuevo. Vamos a escuchar y ver lo que nos deslumbra este singular cantautor madrileño, Javier Cuenca. “He de confesarte, Javier, que ‘Antes de conocerte’, imaginaba tus respuestas pero, ahora que tenemos un rato, te pido que hagamos un trato: mi soliloquio por tus pensamientos, al estilo de tu disco Cine francés. ¿Très bien?”

Cine francés, quinto disco, pero por tu condición de madrileño, en versión Alphaville.
Pues sí, ahora que están cerrando cines a mansalva me da mucha pena. Los Alphaville, que ahora curiosamente se llaman los Golem, están en Madrid, eran unos cines que tuvieron mucha relevancia en los años 80, sobretodo, porque estrenaban películas de autor y que se salían de los circuitos, era el caso de las películas de Eric Rohmer, al que hago mención en la canción de ‘Cine Francés’. Tenían una librería, una cafetería, eran unos cines muy entrañables en versión original.

Absorta y fascinada me he quedado por esa inspiración musical de la ‘Nouvelle vague’, ¿qué te seduce de esa corriente cineasta de los años 50?
Es un cine muy auténtico y pegado a la realidad. Aunque haya ficción e imaginación en el disco, trato de pegar la lente a lo que veo, percibo, siento, a lo que vivo. Es lo que tenía la ‘Nouvelle vague’, era un movimiento muy libre, la cámara estaba siempre pegada a la realidad. Eso lo reflejan muy bien las películas de Rohmer. En su película El rayo verde de la que hago alusión en el disco, los diálogos están improvisados, Rohmer explicaba a los actores la historia que quería contar y ellos improvisaban. Esa libertad daba una cercanía real y espontánea muy verídica.

Adoptas esa libertad de expresión en tu poética, la libertad técnica en esa la melodía indómita (te acabas perdiendo) y la libertad de imaginación con secuencias de realidad y ficción ¿es por aquello de que el “el cine y la vida” no se parecen?
Sí. Aunque el cine va muy pegado a mi vida, porque soy muy cinéfilo y hay películas que conviertes en parte de tu vida, no dejan de ser películas y por tanto ficción.

¿Por qué escoges para la portada del álbum el filme Al final de la escapada de Jean Luc Godard?
Porque está considerada como la película que inaugura la ‘Novelle vague’. Cuenta una historia de cine negro con otro planteamiento todo muy auténtico.

En tus planteamientos musicales nos regalas un domingo en Salzburgo, tres compases de Mozart, un paisaje imposible. ¿Cuál es la llave maestra que libera a tu musa?
Pues… la vida, a riesgo de parecer excesivamente poético, creo que lo que vas viviendo, lo que vas imaginando que puedes vivir, lo que vas sintiendo, es lo que va liberando la inspiración. Algún brochazo de algo, sin haberlo vivido pero que me gustaría, me despierta las ganas de vivirlo aunque sea en una canción. Utilizamos la creación artística para vivir momentos que a veces la vida no nos da. Igual que el cine, te evades de la realidad y entras en ese juego. La creación libera la inspiración y ésta luego fluye en una canción.

Diez temas donde Javier Cuenca pone de relieve su pluma poética, su elegancia compositora y su libertad creativa. Un disco elegante con aromas de 'charme' parisino.

¿Brochazos de invención pero con pinceladas autobiográficas?
Sí, siempre hay, aunque cuentes una historia ajena a ti, en el momento que la estás contando le estás dando un matiz autobiográfico, pones algo de ti.

¿Y qué hay de ti en temas como ‘Demasiado oscuro’ un laboratorio de utopías?
Esa canción junto a ‘Cine francés’ son los dos temas en las que más presente está el cine. La compongo a partir de un fotograma de la película La mosca (1958). La escena final de esa mosca, medio humana por su simbiosis con el científico, atrapada en una tela de araña pidiendo socorro me impactó desde que la vi por primera vez a los trece años. A partir de esa imagen voy haciéndola mía, llevándola a mi terreno.

¿Eres un compositor con o sin método? Cantas: “Si me falta un verso para acabar esta canción exploro el reverso y encuentro la ansiada inspiración”.
Sí porque la inspiración se puede encontrar más, que en el anverso en el reverso. Piensas que puedes encontrar historias en lo cotidiano o en lo lógico y a veces tienes que ir al otro lado, ir más allá, darle vueltas a las cosas, hay que buscar esos matices. Lo que trato de decir es que si no encuentro inspiración en la realidad, en lo plausible, le doy la vuelta a ver si ahí encuentro la inspiración. Y en cuanto al método, no tengo. Intento construir una melodía y a partir de ella escribo la letra, aunque a veces ya tengo en la cabeza frases e ideas que me permiten hacer la canción. Aún así, le doy mucha importancia a las melodías, en las buenas melodía es donde están las canciones.

Con tu melodía siempre me pierdo: jazz, blues, soul… ¿cómo ha sido esa búsqueda sonora tan bien apuntalada y sibarita con notas “del mejor Debussy”?
No es un disco de jazz, pero si es cierto que me gusta mucho, y me estoy metiendo mucho en ese mundo. Hay esbozos de ese género y, además, los músicos que han participado vienen del jazz, como Larry Martin. Me interesa este estilo por su elegancia. Está muy presente en el tema ‘Cine francés’ e incluso en ‘Chicas en patines’, tema que me planteaba con un arreglo “jazz-manouche”, que tocan los gitanos franceses, pero el productor me remitió más a una música que evoca los años 70.


Cine francés, con toques de jazz cuenta con la producción de Gonzalo Lasheras y la colaboración de excelentes músicos como el batería Larry Martin, el contrabajista Javier Colina y el guitarrista Enrique García.

Tus anteriores trabajos son también de gran calidad, incluso interpretas un tema ‘Melilla’ con Ismael Serrano, pero se ha hecho oídos sordos. Vamos a conspirar contra la industria, ¿qué les decimos, que andan cortos de vista y oído?
Lo que les has dicho en la introducción, ha sido un buen mensaje. Sí, me deja a veces perplejo y no solo por mi música. Hay gente que están haciendo cosas muy valiosas que se quedan en el anonimato. Vas a sus conciertos y ves que ofrecen una propuesta realmente interesante y no trasciende, no llega más allá. Y en el otro plano estás escuchando canciones que son realmente banales -permíteme que lo diga- y están llegando al gran público. ¿Cómo puede ser? Es lo que realmente me inquieta. Lo que yo trato es que mi música llegue a la gente más allá de encontrar el éxito. A ver ¿quién no va a querer tener éxito? pero siempre he soñado con un público que conecte con estas emociones. Mi objetivo es llegar a la gente en el sentido que pueda escuchar mi trabajo y tenga la posibilidad de decidir si le gusta o no. Es lo que he intentado con mis cinco discos.

Es buena señal que me haya llegado a mí.
Sí, es buena señal. Es lo que voy a procurar, que a los medios de comunicación llegue y que ellos hagan de correa de transmisión.

Con este trabajo ¿estás llenando los huecos de la decepción por anteriores discos que quedaron ‘Fuera de cobertura’?
Sí, lo cierto es que estoy de intensa promoción y creo que estoy consiguiendo una buena cobertura, ja, ja.

El tema ‘En noches como esta’ tiene una nota más rockera.
Sí, este tema y ‘Demasiado oscuro’ tienen un toque más rockero y se aproximan más al soul, blues.

Has hecho conciertos en Zanzíbar, Dog&Roll ¿en noches como esas uno se siente como los héroes de tu canción: “te atreves a ser tú, a dar un paso al frente de la sombra a la luz”?
Sí, efectivamente. Este corte habla de eso, en esas ocasiones en que uno sale de su madriguera, de su escondite y se decide a hacer balance de lo que ha sido, de lo que es, a ver las ocasiones perdidas. Se da un paseo por Madrid, donde vivo, y va encontrándose con esas metáforas de vida.

En el videoclip dialogan muy bien las imágenes con la letra.
Es lo que hemos tratado de reflejar. Es un paseo nocturno donde hay un inventario de uno mismo.

Hay temas de anteriores trabajos que te han regalado muy buenos momentos (el poema musicalizado de Guillermo Carnero o la versión de Flanagan), este Cine Francés ¿te ha dejado ya alguna secuencia para grabar?
Aún es pronto, pero sí que es verdad que hay entrevistas donde surge la conexión. Pero si tuviera que extraer un momento de los conciertos me quedo con el que hice en agosto en un pueblo de Cuenca, de donde es mi padre, esa noche fue muy especial, fue reencontrarme con gente que hace tiempo que no veía y que me seguía. Fue muy emocionante. Durante la grabación también hubo momentos muy especiales como ver a Larry Martin tocar la batería, es algo fantástico que ese tipo esté tocando para ti es un verdadero orgullo, o ver tocar a Enrique García, que vino para hacer un solo de guitarra para ‘Chicas en patines’, es muy halagador y gratificante.

Especiales agradecimientos a ¿Meli?
Meli es mi chica, juega un papel muy importante, comparte conmigo estos sueños y es la primera en escuchar mis canciones.

Con este álbum quieres dejar constancia de que…
Hay otros tipos de música que también pueden transmitir al margen de lo establecido por la industria. Dejar constancia que tengo cosas qué decir.

No sabemos si algún día rodarás ese guión qué comentas pero sabemos que acabas de publicar un libro.
Sí, una novela Jugando con sombras (Cultiva libros). Está comenzando también su andadura y aunque vaya aparejada en el tiempo con el disco son cosas muy distintas, no tiene nada que ver la literatura con la música. Es una novela de ciencia ficción, novela negra y Serie B. Trata de cómo alguien utiliza la ficción para cambiar su realidad y cómo otro utiliza la realidad para construir una ficción. Es otro tipo de libertad creativa que la de componer una canción.


También periodista, el compositor madrileño está inmerso en la promoción del disco. Momento de su paso por  Barcelona.

“No dejes que otros dibujen tu rumbo, que no te compren la suerte” recogías en ‘Corre’ un tema de tu anterior disco, ¿aunque corras a contracorriente seguirás en esto por Puro Vicio(2009)?
Sí, lo has definido muy bien. El título de ese cuarto disco, Puro vicio, venía a definir que realmente sigo en esto de la música por puro vicio. 

Para terminar con una realidad ¿es cierto que sin visión se huelen las risas y se escuchan los olores?

Sí. En mi tercer disco, Para enredar el tiempo, hay una canción ‘De sal y espuma’ que digo algo así como: “Y sabes al olor de los volcanes”. Se mezclan sensaciones.

Esperamos Javier que te lleves una buena sensación de la entrevista; nosotros, sin duda, nos la hemos llevado con tu nuevo trabajo, Cine francés.

www.javiercuenca.net  
    facebook: Javier Cuenca Música  
twitter: @javicuenca

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