Texto: Noelia Baldrich Fotos: Mireia Baldrich
Decía Tolstoi que la música era la taquigrafía de las emociones; una canción, una melodía es capaz de influir en nuestros sentimientos y estados de ánimo, además de que enraíza en nuestra consciencia individual. La música hace que nuestras emociones entren en juego activando, además de otras tareas, la memoria. Y ese vino a ser el objetivo del concierto benéfico que organizó la Fundación Pasqual Maragall para recaudar fondos para la investigación del alzheimer. Alrededor de 10 mil personas se congregaron en el Palau Sant Jordi, el pasado sábado, bajo el lema ‘La respuesta al Alzheimer está en la música’.
Y si la música es capaz de generar
sentimientos y evocar recuerdos, se me presenta un gran desafío. ¿Cómo
referirme a una gala digna de recordar, sin la ayuda de las excelsas melodías
que se sintieron esa noche? ¿Cómo reproducir en palabras y a palo seco la
descarga emotiva y eléctrica que provocó un póquer de voces como Serrat, Sívia
Pérez Cruz, Noa, Poveda y Barbara Hendricks? . Hay conciertos que son
exclusivamente para vivirlos, sentirlos, guardarlos en el corazón y retenerlos
en la memoria. Las palabras se vuelven limitadas y, sólo alguno con vocación poética
podría atreverse a describir el palpito que se vivió -ardua tarea teniendo en
cuenta que esa noche el maestro de ceremonia era el poeta de ‘Mediterráneo’ y
que las huellas de Miguel Hernández y Federico García Lorca pululaban en la atmósfera
evocadas por el duende de Poveda-. Así que recordando aquella canción: “si lo
que vas a decir no es más bello que el silencio no lo vayas a decir” me limitaré hacer una disección al estilo
científico, sistemática y precisa, que la comunidad científica que allí se dio
cita lo agradecerá. Porque si algo quedó patente en el concierto contra el
Alzheimer es que la mano de la ciencia acunó el espectáculo. Se ofreció un
recital perfecto, sobrio, elegante, sin florituras y ejecutado a la
perfección.
Una ceremonia de una calidad artística notable. El maestro
de ceremonias fue Serrat que entrelazó sus actuaciones formando duetos con
Sílvia Pérez Cruz y Miguel Poveda.
|
Unas breves palabras del
doctor Jordí Camí, director de la Fundación Pasqual Maragall, abría la fiesta solidaria. Fue preciso: dar
soporte a la ciencia para poder trabajar “amb les millors ments del món” y
conseguir un futuro sin alzheimer. Por el momento, fuimos testigo que trabajan con algunas de las mejores voces
del mundo. Arrancaba la mágica velada.
La Orquesta Sinfónica del Vallés (OSV) con sus 76 músicos y bajo la batuta del
director musical Joan Albert Amargós tocaron los primeros acordes de ‘Canço de
Matinada’ y sin presentaciones, para el que no la necesita, entraba Serrat con
ese eterno semblante de “nen del Poble Sec”. La velada comenzaba muy fuerte e
intensa, además que se dispusieron 150 kilovatios de sonido y 280 de luz. Ya lo advertía el veterano
cantautor catalán: “apreteu-vos ben
forts els cinturons perquè despegarem aquesta nit amb aquest espectacle. Està
fet amb molt de cor i amb tot el coneixement”. Lo que les decía: el
conocimiento en su vertiente más artística estaba concebido con mente científica,
sin margen de error, por el director artístico Manuel Huerga, responsable de
las galas de los Juegos Olímpicos de 1992.
Sobre el escenario impresa sobre una cortina de tul que cambiada de colores la frase “Per un futur sense Alzheimer" |
Aún no habíamos digerido su entrada que llamó a Sílvia Pérez Cruz, una de las cantautoras más reconocidas de la escena catalana. La cantante de Calella de Palafrugell acompañada de su guitarrista Toti Soler, nos deleitó con el poema musicalizado de Salvador Espriu ‘He mirat aquesta terra’. Vestida para la ocasión, con ‘Vestida de Nit’ pintó las notas de una habanera. Una emoción que enlazó con las bellas notas y bellos acordes de ‘Paraules d’amor’ a dúo con Serrat. Palabras “senzilles i tendres” que nos enternecieron a todos. La gran ovación les concedía la primera medalla de oro de la noche. Volvió a quedarse solo Serrat para interpretar dos temas ‘El carrusel del furo’, aviso para navegantes con su letra “por si alguno la llama de la fe se apaga”, i ‘Pare’. Estaba encantado con su papel de conductor del acto: “vaig ser el primer de demanar tanda i m’ha tocat la millor feina. Presentaré les reines, aquesa nit”. Ahora se entiende: siempre es motivo de alegría presentar a una mujer tan “delicada i fantástica” como Achinoam Nini, Noa.
La cantante israelí Noa hizo gala de sus habilidades como instrumentista al frente de unos timbales. |
No sabemos si el dueto Serrat-Noa “fue sin
querer, no te busqué ni me viniste a buscar” pero en ‘Es caprichoso el azar’ el
destino artístico ha jugado las mejores cartas uniendo a estos dos ases. Esa
noche estaban los que tenían que estar –gran representación política y cultural-
y todos pasamos queriendo pasar.
Espectacular interpretación. Una vez sola en el escenario -es un decir,
la OSV acompañó a todas las voces para convertir el mestizaje en un proyecto
sinfónico- la cantante israelí, acompañada de su guitarrista, Gil Dor, comenzó
a piular. Como un alegre pájaro cantor, se puso a la percusión de unos timbales
y cantó ‘Child of man’. Su voz había florecido ya lo suficiente para rendir un
original homenaje al bel canto con ‘Chicken –Coop Aria’ (dos temas infantiles
sobre gallos y gallinas con una fuerte sátira política). Antes de emparejarse
otra vez tuvo tiempo para acercarnos a aires orientales del sur de Yemen con
‘Keren Or’. Estuvo enérgica. Nos hizo vibrar y aplaudir con entusiasmo pero minutos después nos cortó la respiración cuando
aparecía en escena Miguel Poveda vestido con un elegantísimo frac.
Emotivo fue el dueto Noa-Poveda interpretando 'Uno queriendo ser dos', tema traducido del inglés de su disco 'Blues touches blues', 2000.
|
Una, flor del desierto; uno, mar azul del
mediterráneo, y los dos juntos por primera vez
sobre un escenario se fundieron en ‘Uno queriendo ser dos’. “¿Dónde estaré mañana?” pregunta la letra. ¿Quién
sabe? pero en ese instante todos estábamos fundimos en un mismo corazón. Bellísimo.
Llegó el turno del ‘ArteSano’. El ‘cantaor’
y sus poetas. Con Chicuelo al toque, interpretó ‘Para la libertad’ de Miguel
Hernández y continuó con Lorca en ‘El poeta pide a su amor que le escriba’. El Palau se quedaba como una piedra inerte,
sin moverse, para no asustar el duende del catalán; porque sí, Poveda nació en
Barcelona, vivió en Badalona y reside en Andalucía, de ahí que su siguiente
tema lo dedicara a sus raíces flamencas:“Mire usted, que cosas más bonitas hay
en mi Cádiz, tirititaotantirititao”. Sublime e impactante.
Tras ese cante jondo roto sorprendió defendiendo el tema ‘El meu carrer’ entrando en lides
con Serrat. Del catalán dijo: “Les
paraules es queden curtes per presentar aquest geni de la música”. Duende
frente a genio, y maravillosas sus musas que nos hechizaron. Poveda demostró que lo interpreta todo, mejorándolo
todo. Su arte se escribe en mayúsculas. Pocos como él pueden atreverse con ‘El
cants dels ocells’, emblema de Catalunya, junto a una de las grandes voces bel
canto, Barbara Hendricks. Y allí estaban ambos: ella, águila imperial de la
ópera y, él, ruiseñor del flamenco, acoplando sus voces en un soberbia interpretación. Magistral.
Miguel Poveda fue la gran sorpresa de la noche al
formar excelsos duetos. Poveda-Serrat, Poveda-Noa y
Poveda-Hendriks, ¿Con cuál quedarse?.
|
Llegó el momento de dejar sola a la
Hendricks. La soprano sueca, nacida en
Arkansas, demostró ser una de las voces más prodigiosas. Como es habitual
alternó el jazz con la ópera. Empezó con ‘Summertime’ para continuar con ‘Habanera’ de Carmen de Bízet. Por lo menos con
el estribillo “l’amour, l’amour, l’amour, l’amour” nos atrevimos todos, no
importaba si desentonábamos, la voz de la Hendricks lo llenaba todo. Buscó a Pascual
Maragall desde el escenario y le recordó que siempre han luchado por los
derechos humanos y que en la lucha contra el Alzheimer también están juntos.
Ulf Englund, guitarrista y marido de Hendricks, interpretó el medley 'Down in Mississippi' haciendo una virtuosa demostración del modo 'steel guitar' con la guitarra sobre las rodillas. |
Lo
que sonó a continuación fue indescriptible. Las notas de un blues sureño
tapizaron el Palau. Su marido Ulf Englund,
tocaba la guitarra al modo ‘steel guitar’. ¡Dios!, qué sonido más
profundo, parecía extraído de las profundidades del Mississipi. De hecho era un ‘medley’ (conjunto de
canciones) entre las que se encontraba ‘Down in Mississippi’. El estadio olímpico sucumbía al suburbio de
New Orleans. La virtuosa soprano puso el
colofón final con un himno que no conoce de fronteras, ni raíces el ‘Himno de
la alegría’ de Beethoven. El mestizaje artístico subió al escenario y los cinco
se fundieron en el lenguaje de la música. Pero la gala no concluyó hasta que
otro himno se hizo escuchar. ‘Mediterráneo’ con Serrat. Fue excelso, perfecto.
El póquer de voces subió al escenario para interpretar como final de la fiesta solidaria ‘El canto de la alegría’. Irrepetible mestizaje de un talento incalificable. Sublime. |
Y la nota final la pusieron Maragall y Diana sobre el escenario flanqueados por el
magnífico elenco de artistas y músicos, y en las gradas un público solidario
abrazaba la causa solidaria. Un inédito
e irrepetible recital que a partir del sábado compartía otra causa comuna: sus inolvidables
melodías evocarán un concierto memorable en la memoria colectiva. Encendamos,
pues, la música para conectar la memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario