Noqueados, abrumados, sin
dar crédito. De esta guisa se quedaron los que el pasado viernes se acercaron a
Razzmatazz para conocer a los británicos The Greasy Slicks. Esta banda, de
nuevo cuño, era la primera vez que visitaba España, gracias a Doctor Music, y el
descubrimiento fue mayúsculo. Jack
Kendrew (gitarra y voz) Nathan Rasdall (bajo) y Rian 0’Grady (batería y voz) si
algo tienen de “mancha grasienta” –traducción que se desprende del nombre del
grupo- es lo más parecido a petróleo, crudo. Puro rock asombrosamente bien
engrasado que apunta muy alto. Su propuesta, recogida en dos EPs Into
the Night y Fool Me Twice y en el eminente lanzamiento de su primer LP -de
título homónimo- es compacta, densa, viscosa, refinada y exenta de cualquier
contaminación que suene a sucedáneo. Es
decir, que aunque sus referentes sean bandas de los setenta, Led
Zepellin, Nirvana o Muddy Warters, o que algunos seguidores vean en su vocalista y
guitarrista, Kendrew, ademanes de Jimmy Hendrix –ahí es nada-, su composición suena
natural y fresca.
En Barcelona, el viernes, y en Madrid la noche anterior, suministraron potente química que prendió desde la primera chispa. Abrieron con Hawks, continuaron con Beggars, su reciente Eyes Wide Black , para continuar con una docena de cortes que dibujaron una exhibición épica de rock’n’roll. Hora y media a todo gas intercalando pasajes instrumentales de high blues, a modo de jam session -qué bien sonó Don't Shake my hand- y toques psycodélicos. Una sólida arquitectura sonora con mucha química pero también mucha alquimia: de "mancha grasienta" a material noble. Así suena el crudo The Greasy Slicks.
www.thegreasyslicks.com
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