viernes, 20 de abril de 2018

Soledad Pastorutti, bajo el cielo de Barcelona.


Texto: Noelia Baldrich/ Fotos: Soledad Pastorutti





Vivir es hoy (2015), y hoy el “Huracán de Arequito” está en Barcelona para empezar a vivir su gira europea, tras tocar el cielo del folklore en Latinoamérica. Serán diez conciertos en España, pero también la esperan en Londres y Dublín. Acérquense a descubrir esta referente del folklore argentino que, hace más de dos décadas, revoloteó con su poncho el Festival de Cosquín, poniendo en pie la escena gauchesca. Su historia está marcada por hitos, y me supone un hito detallarlos aquí, pero pueden hacerse una idea si les digo que aquella chiquita, de 16 añitos, con garra y fuerte voz -dos octavas-, cambió la historia del folklore de su país y, de retruco, la suya. Sus dos primeros discos Poncho al Viento (1996) y La Sole (1997) fue un fenómeno nunca visto ni un oído en un referente femenino. Y pasados los años sigue en la cumbre de la música tradicional con 16 discos, más de 2000 shows, dos Discos de Diamante, Disco de oro, multipremiada -un Latin Grammy, Gaviota de Oro y Antorcha de Plata, Premio Gardel-, apadrinada por Horacio Guarany, al que dedicó Juntos por única vez (2002), ha cantado frente a El Papa en Brasil, ha hecho duetos con “papás de la canción” como Serrat, Mercedes Sosa, Santana, Carlos Vives, o “hermanos” como Abel Pintos, Lucyano Pereyra; además, ha sido invitada en tributos a Calamaro, Rocío Dúrcal o Sandro y no me extiendo más. Su carisma ha tapizado grandes templos En vivo, en Obras (2006), -perdí ya la cuenta de cuántos Luna Park y Gran Rex, megashows con 150 mil espectadores-, y como buena gringa que canta A mi gente (1998) porque dice Yo si quiero a mi país 1999, ha interpretado el Himno Nacional Argentino en la ABC y en la Copa Davis. Resumiendo: si Diez años de soledad (2005) es toda una obra discográfica, una gesta en estos tiempos de Soledad (2000), para esta estrella con su propia estrella en la Ciudad de Buenos Aires, 20 años (2016) bien se merecen Una Fiesta (2009). Un Brindis con los mejores del Folklore (2008) que celebró en el antológico Festival de Cosquín. Ahora, que en Argentina tocó el cielo, espera que algo más suceda. Se carga su país a las espaldas y Libre (2001) viene con ganas de revolotear Europa con sus Tambores del sur y su inseparable poncho. Así lo Canta (2017): “Canto al amor y a la vida, a la injusticia que duele, siempre a las cosas que importan, a las que no, solo a veces”. Sus coplas de Raíz (2014), como Vivo en Arequito (2010), las suelta al viento para que Adonde vayas (2003) te sientas Bajo el cielo de Mantilla. A ella, donde va, le acompañan sus dos soles, Antonia y Regina; el faro de su Jeremías, y la lubre de su hermana que también canta: Nati-Me dejo andar (2007) Nati Fui Yo (2011). Pero si es la “polvorita” que es, es por su papá, Omar, que le arengó a cantar chacareras y la promocionó de la mejor manera, y, por mamá, Griselda, siempre tan atenta. Atento público con esta argentina chiquita de estatura pero grande de corazón palpitante, lleva el oficio en el alma, la poesía a flor de piel y dice las cosas cantando porque hablando nunca podría. "El fenómeno de Arequito", Soledad Pastorutti, ha venido con ecos de su tierra para revolotearnos los sentidos.




Bienvenida a Barcelona, no es la primera vez.
No, a cantar es la primera vez, pero hemos venido otras veces en gira de prensa. Cuando estuve en Francia me hice una escapada para España e hice la presentación de un disco en vivo que se llamó A mi gente y tuve la suerte de compartir con Serrat una cena. Esta ciudad es maravillosa. ¡Ojalá! en esta ocasión, también pueda recorrerla un poco.

Serrat nació en el barrio en el que nos encontramos, el Poble Sec por eso el apodo “El nen del Poble Sec” (el niño del Pueblo Seco). ¿Prevista una charla con él cuando vengas a cantar?
Soy una persona que ha tenido la suerte de compartir escenario con artistas que jamás hubiese imaginado, que han sido mis ídolos de muy pequeña, Serrat ha sido uno de ellos, pero siempre espero que la oportunidad se dé naturalmente. Los considero tan grandes, tan intocables, aunque son tan accesibles, que me gusta respetarlos de esa manera.

Fragmento en vídeo


 


Tu carrera está, también, marcada de hitos, desde los 16 años, empezando en lo alto.
Exacto, eso es lo difícil de mi carrera, arranqué en lo más alto que uno puede soñar en su país y, creo, que el gran trabajo vino después de eso, porque todo el mundo dice “quiero llegar”. En una carrera artista quiero llegar ¿qué es? Se puede hablar de venta de discos, de tickets, de un premio pero después hay que mantener esos logros. Para mí fue súper difícil, lo sigue siendo. Empecé con 16 años, no era una artista formada, ni siquiera había decidido serlo, estaba todavía pensando si terminaba secundaria en mi pueblo, qué iba hacer después, muy difícil todo. Pero creo que ese amor por lo que hago y los resultado me llevaron a decir "me quedo acá".

Tocado el cielo en Argentina, “espero que pase algo más” y te vienes para acá.
Yo lo describo así que toqué el cielo con las manos porque fue realmente impensado para mí.De todas maneras como soy muy exigente y, como todos los seres humanos no nos conformamos con lo que tenemos, pienso que siempre se puede ir más allá. En Argentina probablemente sí, pero, es muy interesante como persona, no solo como artista, intentar el camino desde cero en otros lugares. Quizás en España no sea tanto desde cero, porque alguna vez se me entregó un premio por un millón de copias vendidas, en el 1997. Tuve la suerte de que comunicadores españoles se enamoraron de esa niña que vino con su poncho y me hayan dado un lugar privilegiado, pero lo dejé estar. Así, que la idea es esa, esa búsqueda de una nueva aventura, nuevo público y medirme en un escenario diferente, le va a poner un poco mas de pimienta a mi carrera.


¿Qué vas a poner sobre los escenarios españoles?
Hoy por hoy son siete músicos los que me acompañan más el coro, que es Pablo Cordero, el autor de una de las canciones, Cantante, y Natali, mi hermana, que siempre me acompaña. En esta ocasión, venimos cinco músicos y yo. Las canciones que vamos a abordar serán muy variadas porque cómo no conozco el público, supongo que vendrá mucho argentino que se fue del país que va a querer, nostálgicamente, traer ciertas canciones. Entonces, armé un repertorio que tiene que ver con eso y con mi actualidad. El folklore argentino siempre estuvo presente con canciones emblemáticas que se quedaron en el corazón de la gente de hace mucho tiempo, pero creo que esas canciones tienen, no sé si un reemplazo, pero sí una renovación, y lo que pretendo es que ese público que se fue conozca lo que pasó después.

El folklore ha evolucionado junto a la chiquita, de 16 años, que incorpora, junto a los instrumentos indígenas, la guitarra de Carlos Santana en el tema Vivir es hoy.
Por ejemplo, eso fue una locura mía, ja, ja. En realidad a partir de mi cuarto disco empezó esta fusión, cuando grabé con Emilio Estefan, productor general del disco, en el que participaron gente como Calandrelli, arregladores como Kike Santander, gente muy interesante y muy premiada. Yo era muy joven y no tomaba por las riendas mi carrera y quedó a medio camino aquel producto pero, a partir de ahí, empecé a intentar fusionar. 

Con nuevas sonoridades.
Sí, compuse Vivir es hoy, que le dio título al disco, y cuando la terminamos pensé y por qué no soñar que Carlos, que me había invitado ya a cantar en su disco anterior, introdujera su toque. Si no estuviera, hoy por hoy, esa guitarra no sé si el tema estaría en el disco porque le dio mucha fuerza.

Más allá del folklore, suena a pop rock.
El ritmo utilizado es el malambo, que no tiene una forma de canción, simplemente, se baila, se zapatea, el gaucho hace eso, pero nunca se había hecho un malambo canción. Lo que hice fue tomar ese ritmo, componer una letra, con una melodía que había hecho entonces Pablo Santos, mi director musical, y ahí le imprimimos todo el rock and roll que, creo, que tiene malambo, porque malambo es una muestra de "aquí estoy yo", el gaucho en su mayor expresión de destreza, mostrando a los demás lo que sabe hacer.

¿El futuro del folklore argentino pasa por una fusión? ¿Y el de Soledad Pastorutti va entrelazado, o toma otros caminos estilísticos?
Tal como están las cosas es muy difícil darte una respuesta, porque siento que es todo tan posible, tan amplio, que nos perdemos un poco. Está lo que uno siente y uno desea pero, a veces, se esconde detrás que se vendan entradas, discos… Lo estético tiene que ver. Con respecto al folklore creo que el tradicional nunca va a morir, siempre va estar, ha habido, también, un cambio generacional muy grande. Me doy cuenta que aquellos abuelos que le hablaban a sus nietos de ciertas canciones ya no están, y el traspaso, de boca en boca, ya no es tal. Es un poco lo que me preocupa, nos faltan canciones que nos cuenten la realidad de otros tiempos, canciones que nos cuenten la realidad hoy. Que ese espacio lo ocupó hoy el rap, el hip hop, no sé, en Argentina la cumbia villera, si se quiere, -con todas las cosas que puedan criticarse a las formas de decir-, pero, creo, que el folklore tiene un gran trabajo por delante y tiene que ver con nuevos compositores, yo me considero compositora pero a la hora de escribir no soy tan folklórica. Siento que hay mucho por hacer y en mi caso sería ideal, volver a tocar el cielo con las manos, encontrar esa fusión que no suene extraña, natural, que la gente diga "esto es música de mi país, de raíz". Me preocupa que por querer ser algo dejemos de ser lo que éramos.

A quien se lo pusiste muy difícil fue a los que dijeron “Che hagan algo y embarácenla”.
Ja, ja, son mis colegas, mis compañeros de trabajo. Fue Chaqueño Palavecino, una de las figuras más emblemáticas de los últimos tiempos, este es el gaucho más moderno que tenemos, y dijo una cosa así, porque ¡claro! con 15 años donde iba arrasaba, había una locura, suena extremadamente exagerado pero había una “solemanía”, la gente me agarraba, chillaba... Pasé por toda esa etapa y, después, por suerte, me pude estabilizar y encontrar al artista. Al principio, era la aparición de esta nena que revoleaba el poncho, que arengaba al público, en un momento del país que mirábamos mucho hacia a fuera, había mucha privatización y la gente tuvo como una reacción y, ahí, yo tengo la gran oportunidad.

Ser madre te ha dado más fuerza.
Ja, ja, creo que lo pensaron antes de casarme para que se trunque la carrera, pero me casé con un chico de mi pueblo, tenemos dos niñas, y cuando mucha gente pensaba que por ser mamá, un pensamiento que lamentablemente se tiene hasta hoy, iba a recluirme en mi casa, yo trabajé hasta los ocho meses de embarazo, al mes de mi primera hija ya salí de gira de nuevo... y sigo haciéndolo con ellas.

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Y te dieron motivos para componer Eres.
Me dieron muchos motivos, además, me dieron una fuerza que no pensé tener jamás. Las giras es una vida dificilísima y para las mujeres más. El hombre es más fácil camuflar el cansancio, las mujeres necesitamos un toque extra, sin embargo, el amor es más fuerte.

Una amor incondicional el de tu papá y la promoción que hizo de ti.
Sí, la verdad, un convencimiento total. Se debía un poco a la situación que estábamos viviendo, mi papá estaba pasando un momento difícil -arreglaba autos, mecánico-, mi mamá, en su momento, salió a trabajar –cuidar chicos, a limpiar en una casa-, y él vió que algo pasaba conmigo porque donde íbamos algo sucedía. Pero, más allá de eso, había un convencimiento total y cada auto que arreglaba, como olvido, dejaba un casete mío. Esa fue la primera promoción. Después, me llevaba a todos lados, pedía por favor, de cantar en un festival, en una peña y vendía los casetes después de que yo bajara del escenario. Cuando Sony, saca mi primer disco, él mismo, desde mi pueblo, Arequito -en la provincia de Santa Fe, a 360 kms de Buenos Aires-, se iba, primero, con un autito muy pequeño, a comprar los discos desde donde se distribuían al país. Los compró todos, porque había leído en el contrato que si no se vendían los primeros cinco mil se rescindía el contrato. Los compró en dos veces porque no podía, con plata prestada. Después, los vendíamos en el interior, que era dónde yo era muy conocida y funcionaba, no había llegado a Buenos Aires, a la gran urbe, todavía. Hasta que llama el presidente de Sony a la persona que compraba todos los discos para preguntarle qué hacía con ellos. Y mi papá le dijo “Soy el padre, yo los vendo, ustedes tienen que hacer más promoción”. Además, pasaba por las disquerías y decía a los vendedores “te doy esta fotito, la pegáis en la puerta y te regalo un CD y dos casetes para que los vendas por tu cuenta. Voy a pasar todos los días”. Y así es. A él le debo lo que soy y siempre digo, se han hecho películas de mi viaje, pero me parece que alguna vez hay que contar esta historia desde cero, desde este lugar. Es fácil decirlo ahor pero, en aquel tiempo, era el medio loco del pueblo, un tipo que perdía el tiempo con sus hijas, además, medio desafinadas, ja, ja y que iban por ahí.


Le dedicas el Disco de Oro por Vivir es Hoy.
Sí, así es.

Tu historia está plagada de hitos, más de dos mil shows, numerosas veces en el Luna Park, en el Gran Rex, has cantado con todas las voces importante del folklore, Mercedes Sosa, también con Serrat… ¿Qué hito o sueño aún no te ha cuajado, siendo tan joven?
Soy muy joven pero el tiempo que uno tiene para arriesgar, poco más de lo que va arriesgar en los próximos años, es ahora. Conduje un programa en la televisión pública en Argentina, Ecos de mi tierra, y hablando con un montón de colegas me he dado cuenta que la parte más rica de una carrera artística, generalmente, se da entre los 30 y 40 años, donde uno tiene las ganas, las energías, sigue soñando y volando. Siempre he sido una soñadora y, a pesar de tener 37 -la gente me da menos edad por mi forma de ser-,  siento que hoy tengo que apostar toda esa energía y fuerza, estoy acá por eso. Hay muchos sueños por cumplir, por qué no pensar en el folklore argentino por el mundo, eso es una etiqueta, y, a veces, abre y cierra puertas, sino, decir que mi música tiene las mismas oportunidades que cualquier otro estilo. La única persona que va a defender eso voy a ser yo, y lo hago mejor en el escenario que en los discos, que en una entrevista, la única manera que tengo es que el público me vea en vivo y en directo. Después, cada uno sacará sus conclusiones, el que quiera volver volverá, y, el que no, esperemos que, por lo menos, lo haya pasado bien.




El 4 de mayo en Barcelona, en L’Aliança de El Poblenou, el folklore de La Sole del s XXI.
Para los argentinos, que hace tiempo que no me ven, han cambiado muchas cosas. Crecí, y antes me vestía de gaucho, con bombachos de gaucho: el jean y la bombacha de gaucho -una especie de moda- y el poncho de mi papá, que le había regalado a mi mamá cuando eran novios, más el atuendo del gaucho que me regalaban en los festivales. Con los años, pasé a tener un atuendo más femenino, sigue teniendo tintes folklóricos, pero la idea es aprovechar que la estética, hoy por hoy, también es importante.

¿Pero te veremos revolear el poncho?
Depende de cómo se dé. Eso que se convirtió en mi gesto característico, en algún momento, me vi presa del mismo. Hasta se dijo, alguna vez, Mercedes Sosa, -mal tomado por mí, pero creo que lo dijo con la mejor intención-: “Cantar folklore no es solo revolear el poncho”. Y es verdad. A partir de ahí, empecé a tomar con otra seriedad mi carrera.

¿Qué noches tienes para el recuerdo, “por otra noche como esta doy mi vida"?
No sé si volvería a repetirlas, son todas para el recuerdo, ya pasaron y me hicieron muy feliz, pero creo que las mejores están por venir. Si tengo que nombrar: mi primer Cosquín, que me dio la oportunidad de ser quien soy hoy; el Cosquín de los 20 años porque cada canción tuvo un invitado especial, fue la primera vez, en años, que este festival veía a todos los del folklore reunidos en un escenario y era en mi festejo; el festival de Viña del Mar, fui un par de veces, con todas estas cosas que trae el folklore de argentina que cuando nos empiezan a presentar, después de un humorista que había ido muy bien, la gente empieza a silbarme -es una característica del monstruo que decide quién se queda y quién no-. Arranco mi presentación con el pulgar para abajo, no porque había hecho las cosas mal sino porque la gente quería seguir escuchando al anterior. Y empezamos a remontar con Que nadie sepa de mi sufrir y con el poncho, y me terminé llevando la Gaviota y la Antorcha; haberle cantado a El Papa... Hay muchos momentos pero ya pasó, ahora hay que ir para adelante.

Conseguiste también darle un disco a El Papa.
Sí, con Juan Pablo II. Fue cuando estuve en Israel, hice una novela que me llevó para allá y, a la vuelta, pasé por Roma con mi hermana y nos quedamos unos días a ver si lo veíamos. Desde lejos hice la gran Omar Pastorutti, que es mi papá, que fue entregarle un CD.

Haciendo ya promoción.
Creo que lo más importante de un artista es eso, cuando eso no lo seguimos teniendo…

¿Sangre italiana?
Pastorutti Di Chiara, Zacchino Racca son mis cuatro apellidos. De los dos lados. La única bisabuela que conocí es la mamá de mi abuela materna, que se llamaba Laura Racca, de Potenza Picena, de la provincia de Macerata. Fue con la única que tuve la oportunidad de tener una charla. Vino después de la guerra, escapando del hambre, le habían prometido en Argentina una mejor vida y resultó que la esperaban para sirvienta. La salvó mi bisabuelo que pasó, se enamoró de ella y la sacó de eso. A ella le gustaba cantar, juntaba el maíz a mano -concuñaba maíz-, empezaba el surco cantando y jugaba a la carrera con sus compañeros que al oirla cantar se distrían y les ganaba. 

¿Carrera en Italia?
Me encantaría. Si eso, alguna vez, ocurre, sería muy fuerte, porque siento que hay mucha conexión ahí, que no es casualidad que yo sea cantante y que mi apellido sea Pastorutti.

El apellido puede abrir puertas.
Además, en mi país yo soy una gringa cantando folklore, que eso no es un tema menor. Hoy, ya es más fácil, pero no tengo sangre originaria, -en mi provincia Santa Fe, llena de emigrantes, no se ve así-, y para los folkloristas más acérrimos… era raro, era casi como una burla del destino que yo hubiera elegido el folklore. Pero para mí es un orgullo y he aprendido mucho de mucha gente que ha hecho mucho por el folklore.


Llegaste hoy de Argentina, hay una gran distancia de El Cielo de Mantilla, ¿qué echas de menos cuando estás aquí?
La verdad que como vengo ocasionalmente no hay muchas cosas… Me traigo el mate que si bien no es lo mismo con el agua de aquí, pero no hay muchas cosas. Sigo viviendo en Arequito, a pesar del éxito, tiene de siete mil habitantes y allí me recluyo. Aprendí que se puede volver cuantas veces uno quiera. ¿Quién no es habitante del mundo? Me encanta ir a lugares nuevos y conocer, y si vengo acá no quiero mi comida, quiero la de acá, el vino de acá, quiero saber qué es lo que piensa y qué hace la gente de acá. Lo mío ya lo conozco y lo elijo las veces que quiera.

“Cuando todo pierde claridad, busco alguna forma de volver, de renacer” letra de Vivir es hoy, ¿Qué es lo que hace renacer a Soledad Pastorutti en momentos complicados?
El amor, fundamentalmente. Me críe en una familia muy religiosa, no soy practicante, pero las veces que necesité que alguien me tirase una mano se lo pedí a la Virgen de Luján, a Jesús, me he sentido protegida. También me aferro mucho a esta sed que tengo de que la vida hay que vivirla intensamente. Cuando me bajo del escenario -pocas veces estoy contenta con lo que hago, cien por cien, siempre soy muy crítica conmigo-, al otro día, me voy a correr y a nadar y me digo que eso se tiene que superar, que lo puedo mejorar, creo que todo está en la mente. Nace del corazón pero pasa por la mente. Las cosas que visualicé se cumplieron hasta ahora.

Hablando de sed, cerramos con Brindis
Brindis compuesta por Afo Verde. Dice: “Brindo por esos días por venir, por ese brindis para mí, por regalarle a la intuición el alma mía”. Porque dice que siempre he sido una persona que se ha manejado por la intuición. Nunca fui calculadora, siempre fue intuitivo y pretendo seguir haciéndolo así, porque ha sido la firma más honesta con mi público. Empecé a cantar folklore puro, purísimo, con dos guitarras y un bombo y, a veces, me ven cantando un tema de Cerati de Soda Stereo, y a nadie le resulta extraño porque saben que lo hago de corazón. Ese tema me lo hicieron en un momento muy difícil de mí, de mucha duda, de transición y Afo me regala esa canción que fue como un renacer, desde otro lugar, no siendo una niña. Sostener aquella energía con los años, a veces, es difícil, hay que crecer y hacer unos cambios. Creo que gracias a mucha gente que me rodea lo hemos logrado.

"Cada tanto muero y aquí estoy".
Sí, a veces, uno parece morir pero estamos.

¿Por qué brindamos?
Por la paz en el mundo. Y por ponernos en el lugar del otro. Encontrar esa claridad y poder vivir juntos en este mundo que es gigante y pequeño a la vez. 

Todos somos un pueblo.
Exactamente, Todos somos pueblo, un solo pueblo.




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