miércoles, 12 de febrero de 2014

Javier Ruibal presenta 'Quédate conmigo’ en el Barnasants.

Texto: Noelia Baldrich  Fotos: Javier Ruibal



Quédate conmigo es el nuevo disco del artista gaditano Javier Ruibal, un trabajo exquisito, de exóticas melodías y prodigiosas letras. 

Todos sabemos que dedicarse al arte es hacerle un corte de manga al destino”, asegura este cantautor itinerante que con la sabia de su cante jugó magistralmente las cartas de su porvenir. Será porque este aclamado poeta gaditano posee “el oro del sol naciente, la rosa de oriente, el mapa del tesoro y el palacio del moro”. Su obra no conoce fronteras, de oriente a occidente sus canciones traen mixtura sonora y el valor de la palabra poética. Esencia flamenca To cai lo traigo andao con ecos morunos, sabiduría jazzística, sabores cubanos… un arco iris estilístico para construir un cancionero Mas al sur de la quimera. Canciones únicas e irrepetibles, perdurables e inmediatas, obras de arte que como apunta el músico portuarense: “pueden servir para toda la vida, no son bisutería sino alta joyería bien engarzada”. Un compuesto alquímico portentoso que moldea con una discursiva vocal libérrima, de tonos aterciopelados y graves que suenan en una voz potente y etérea. Este artista de artistas, Medalla de Andalucía, es un fugitivo del elogio. “¿Artista de culto? Eso suena que te escuchen sólo unos pocos”. Él es un acólito de la mística de lo profano. Peregrino del amor buscará La rosa azul de Alejandría, La flor de Estambul, La Reina de África, La piel de Sara en cualquier Duna del Sahara, o el amor de Contrabando por los vericuetos de la Pensión Triana. El autor de Lo que me dice tu boca no da beso por perdido y sigue soñando con el Cuerpo celeste de la hija de la fortuna, Agualuna. Como cultivador de bellezas refrenda lo de Las Damas primero aunque musicando a Lorca entone “hay trabajo me cuesta quererte como te quiero”. Su ingenio rutilante le lleva a recrear como si fuera un Sueño fábulas de personajes y cuentos. Mi pequeño buda, El príncipe de los parias o El niño Serenguetti, tres criaturas pobres que pueblan el nuevo universo del trovador del estrecho. En esta nueva travesía musical, la más atractiva y estimulante, volaremos a China, Argelia, Siberia, Manhattan y aunque todos los caminitos lleven a la ciudad del imperio nuestro cantautor gondolero dirá: “'A Roma no quiero ir', prefiero fletarte en entre las doce y la una puente aéreo con la luna para poder ir y venir". Un planeo silencioso y Un piloto cariñoso en un vuelo sin motor para regresar pronto a los cuadros de costumbres de su bahía. Los huérfanos de la pensión de Triana o Cine Macario nos devolverán a tiempos añejos y al furtivo amor. Es entonces cuando el poeta nos remite a un Once de abril y el corazón levanta su canto de latitud para brindar por Sueño que te sueño. Pero en su ensoñación hay sueños que se marchitan por culpa de la especulación: En los Mares del surf, el cantautor con sorna mete fuego. Un poderoso fuego hay en la danza sagrada del taconeo de su hija, bendita la gracia cuando Baila Lucía, como si Viniera de Postín su duende y elegancia también trucaran la carta de su porvenir. Embriagados por exuberantes melodías producidas por Javier Ruibal y arregladas por José Recacha, en los estudios Lo Suyo, con un elenco de altísimos músicos entre ellos Tomasito, David Palomar, Diego Carrasco, la Casa Ruibal se ha convertido en la cofradía de todos. Su poesía llevadera recala este jueves en el festival del Barnasants para enseñarnos que el mundo es de la aventura y no de los contables. Vamos a ver que nos cuenta este espíritu aventurero. Yo concluyo con sus versos: “Dame tu palabra que perfuma mi silencio, y que tu aroma me brinde esa llave que me abra la aventura que presiento”. Bienvenido Javier Ruibal y te pido por un ratito Quédate conmigo (Lo Suyo Producciones, 2013) y sé poeta solamente para mí.


Cantautor, músico, arreglista, Ruibal es un
 alquimista de la canción, sus temas son
 auténticas joyas musicales.
Tres décadas en la música y pregonas tu fortuna, ¿la vida te ha tirado más de un beso y la gracia te da buenas propinas?
Todo el tiempo. La primera de las propinas es que uno decida un día que quiere ser algo y que te salga. Yo decidí el arte, la música, y el destino me lo ha propiciado. Es verdad que le he dedicado el tiempo y la pasión suficiente pero me lo ha regalado. En este disco, incluso, le he dado las gracias a la vida por ser benévola conmigo.

“Qué suerte tengo de mi poca suerte” que no te hiciera un manso, un hortera, un mangante o un jugador de baloncesto.
Ja, ja, podría ser. Jugaba a baloncesto muy mal, chupaba más banquillo que otra cosa. Son unos versos del Los huérfanos de la Pensión Triana en los que hago un relato de la decepción de algunos chavales que se proponían ser defensores de la causa de los desfavorecidos y, de pronto, una vez metidos en esa rutina y profesionalizado en ello han perdido el control y han metido la mano en la caja de lo público, con la consiguiente decepción de nosotros. Puede ocurrir en cualquier profesión, si estoy en la música y la televisión hace de mí un ídolo divino a lo mejor me hago un idiota, un manso, quien tiene ya mucho ganado deja de ponerse de parte del que tiene poco.

En tu cancionero tiras muchos besos, no das beso por perdido, ni se marchitan y siempre guardas de reserva.
Es que el gran asunto de la existencia se reduce al amor. Sentirse querido es una de las cosas más importantes pero hay que motivar que eso ocurra, hay que militar en el amor. Detrás de un beso que no sea de judas hay muchas cosas dichas, aunque sea un beso de cortesía. Creo mucho en los besos.


Al amor no le escatimas ni un beso ni verso: "Peregrino de los andares de tus caderas" y no hay un poso de amargura, siempre llega el consuelo con la soleá.
Claro. ¡Que nos quiten lo bailao! No se trata de muchos amores, como una vigorexia amorosa que no tiene sentido, sino cada amor vivirlo como si fuera el definitivo pero no ambicionarlo como pertenencia exclusiva de por vida. Cuando alguien se toma la deferencia de regalarte dosis de amor, en la escala que sea, hay que tomártelo como un privilegio y hay que saberlo saborear el tiempo que dure. No vivir las cosas a medio gas sino con alta intensidad.

¿Existen dos polos por los que siempre gravitan tus emociones Agualuna?
La luna es muy socorrida por los poetas, es como el alter ego de la tierra, lo que aquí no puede darse con la luna, como talismán, puede ocurrir. Bajo la luz de la luna puede crearse un espacio onírico donde esa luz mágica puede obrar a favor de las pasiones. La he puesto en tantas ocasiones y de tantas maneras que dentro de poco me van a quedar pocas opciones. En Once de abril es la luna la que me remite una carta y me reclama que sea poeta solo para ella.

A veces este soñador alquimista fabula cuadros costumbristas.
Me interesa no perder la fantasía que tenía uno de niño cuando leía los cuentos de Salgari, las películas de Robin Crusoe, no se me ha pasado del todo y creo que si te dedicas a esto es bueno conservar esa ensoñación y aventura.

El eterno Peter pan.
Sí, no perder el niño pero además el niño majareta, ja, ja, que cree que va ser superman, cualquier cosa menos el niño de su casa, de su barrio.

¿Hay un diván de los ensueños donde Ruibal encuentra esas realidades fabuladas?
No hay ninguno concreto pero es algo parecido a lo que se siente cuando uno entra en El Palacio de
Alcázar de Sevilla, La Alambra de Granada o en la Mezquita de Córdoba, esos lugares son los lugares del ensueño. Si imagino cual sería la ambientación de esos versos es ahí donde el tiempo se detiene y se recrea uno en la caída de una gota de agua sobre un estanque. Placeres muy visuales, muy de película que intento recoger en mis canciones. Recrear un pasaje, un fragmento para la emoción.

Fragmentos también para la sátira, en Los mares del surf hay que acabar con la especulación rusa.

Ja, ja. Creo que las canciones tienen la obligación de hablar de las cosas sin echar vinagre en la herida porque sabemos lo que escuece. Hablemos de qué podemos hacer para cerrarla. Con los acosos del hormigón a los espacios paradisíacos que nos quedan hay que hacerlo con la distancia para no ser tan burdos y ordinarios como ellos. Hay que defender esos parajes idílicos. Es espeluznante lo que han hecho con Benidorm. Pues hacia eso iríamos si los dejáramos hacer.


Grabando en sus estudios en casa Ruibal, este artesano de la canción ha creado también su sello propio Lo Suyo Producciones.

Cantautor indignado que puede alardear de haber nacido un 15M.
Sí, fíjate coincidencias estupendas. Me hubiera gustado que el movimiento hubiera prosperado más aún. Somos unos cuantos nacidos un 15M, entre ellos el mismo día que yo, el Gran Wyoming, 15 de mayo del 1955, y también él anda con su indignación, muy buen trabajo está haciendo denunciando todo lo que puede.


“Ejerzo el cosmopolitismo desde la gaditanía”, dices. Se me ocurre una metáfora: Con la Tacita de Plata se pueden servir una mixtura de aguardientes sonoros universales.
Tal cual, usted lo ha dicho. Es que aquel lugar es un cuenquito, en el que uno a modo de alquimista espiritual intenta encontrar la pócima, el elixir de la bondad. Los lugares que han sido tránsito de culturas, de influencias, con tanta historia, tanta tragedia, tan fronterizos y trasegados por tanta gente dejan en nuestro ADN genes de universalidad. Y a eso me agarro para unir aromas, sonidos del Al-Andalus, del norte de África, del Caribe… cuando escucho la música judía española del Sefarad en Israel pienso “¡si esto son nuestros villancicos!”. Me gusta el crisol de culturas, en mi mortero intento crear la pócima que nos haga sentir a todos lo mismo.

De esa pócima son responsables dos criaturas consentidas Javi Ruibal y José Recacha, bebiendo de todas las fuentes sin dejar correr agua sonora.

Las canciones las entrego con una estructura melódica que recuerda el pasaje de las letras, la rítmica la han aportado ellos. Hay rítmica de batucada brasileña, tempos de blues y rock con armonización e instrumentación que te transportan, por ejemplo, al Tibet en Mi pequeño Buda. Son habilidades que tienen estas criaturas que han aprendido el oficio mucho mejor que nosotros. Antes de casualidad teníamos una guitarra de palo y sacabas de ella lo que podíamos, ellos han empleado mucho tiempo y han escuchado mucha música. Han dado una producción muy fresca y muy positiva, se nota la juventud. El disco inspira un pensamiento positivo porque, a pesar de que hay cuatro llagas abiertas de las grandes, transmite la idea de “sabemos nuestros defectos pero seguimos caminando”.

Recreáis exóticas atmósferas con un manantial de instrumentos, entre ellos un acuasonic.
Uno de los propósitos de Javi, mi hijo, -consciente que siempre tiro al monte e igual me voy a tocar a Costa Rica o Nueva York y lo hago sólo o con músicos de allí- era hacer una producción en la que cuando esté sólo con mi guitarra siga siendo la misma canción y lo han conseguido.

Javier demuestra tener la mollera como una locomotora sonora ¿se pone testarudo o farruco con el papá artista?
No llegamos a tanto, pero... Recuerdo una ocasión que grababan unas trompetas en Once de abril que iban a estar en un segundo plano y a mí me sonaron muy delante y le espeté: “esto me suena a un mariachi”. Levantó una ceja que casi toca al techo, ja, ja. Tenemos un temperamento parecido pero no hemos llegado a discutir. Lo bonito de este disco es que está hecho en casa, con un sello propio Lo Suyo, en un estudio propio, con músicos amigos todos, en un jardín que hay mucho amor y cariño. Hay una cantidad de abrazos en este disco que me hace muy feliz que haya salido así.

Con tres artistas en casa -como baila tu hija Lucía– Casa Ruibal estará patas arriba.
Ésta ha sido una casa con una cierta propensión a la fiesta, ja, ja. Pero también estos niños se han levantado tempranito para ir al colegio, han estudiado y han cumplido su expediente académico…

Y se han criado con la fe de los valientes.
Por supuesto, y si les faltaba la valentía ya les empujábamos. Porque además de sus estudios se han formado como personas, porque luego ¿de qué te sirve ser tan buen músico o tan buena bailaora si no hay sustancia? Que se perciba en su arte que hay una persona con un criterio, que no vive solo para que le aplaudan y el éxito. Y añado, que les gusta el arte de forma rigurosa, sin hacer trampas tirando por la calle del medio por si llego antes.


En el libro que te dedica Luis García, Mas al sur de la quimera, dice que el oficio es muy simple: “uno embarulla palabras a tenor de unos acordes, abraza el eco de los clásicos sin dejar de buscar su voz definitoria”. ¿Es tan sencillo?
No es tan difícil. Sería muy arrogante decir ¡qué vida
tan dura! La vida dura es la de la minería, la albañilería a las siete de la mañana llueva o haga frío. La dureza se establece con uno mismo, no concederse la repetición, la reiteración, la copia de uno mismo o la copia de otros. El aguantar el tirón de tengo menos canciones pero tengo que procurar que sean buenas y se sostengan con el tiempo. Y luego el trabajo es tener paciencia, quedarse en silencio absoluto porque sino la música no viene; después, empezar a tocar un poco y mimar la palabra –ahora escribo con papel y lápiz para ir borrando, me cansé de tachones acumulando hojas-. 



Considerado un artista de culto con un arte pa' quitarse el sombrero, el trovador del estrecho anda siempre con el suyo puesto.

“Tráeme canciones/que me lleven siempre lejos/como un tren que me salvara de las mismas estaciones/de las trampas del espejo”. ¿Con 30 años de oficio como se evita ser copia de uno mismo?
Paciencia, buena memoria y desoír algunos consejos como “porque no haces una rumbita como aquella”. No puede ser, aquella es única. No oír voces que te tienten hacia un éxito que no está relacionado con lo artístico sino en sonar en las radios. Yo canto para sonar en la radio particular que hay dentro de cada uno. Como me decía el otro día Martirio: “me levanto cantando frases sueltas de las canciones de tu último disco”. También requiere sentido de la dignidad, no tomar por bueno un verso escrito para salir del paso, siempre te recordará que no fui capaz de encontrar otro.

Serrat dice que con los años se tiene más técnica pero también uno está más cargado de puñetas. ¿Te vuelves más quisquilloso?

Claro, con uno mismo. Uno cuando realmente se gusta es cuando su verso supera su expectativa y se dice “esto debo haberlo visto en alguna parte porque no parece mío”. Con cada verso inesperado que te sale más lucido de lo que esperabas se acumula una de esas “puñetitas” que dice Serrat, que viene a ser: ya hay un ejemplo muy bueno de verso para contar eso, así que el próximo búscate la vida. En realidad está todo dicho, lo difícil es contar el chiste otra vez para que vuelva a tener gracia.

De tu voz se ha dicho “capaz de agudos y graves, capaz de ser barítono y tenor y hasta soprano si fuera menester”, ¿hay alguna canción agria para tu voz pero clara y dulce para el corazón?
Solamente hay versos de mis primeras canciones que son manifiestamente mejorables. Entonces no sabía cómo decirlos. Pero también el tiempo y tener conciencia de las cosas te dan algo bueno: la conformidad de que cada momento has hecho lo que mejor sabias hacer. Para componer mejor hay que componer más. Yo no tengo la culpa que el tiempo transcurra así, y que uno vaya descubriendo las cosas lentamente pero también en eso hay un placer, ver que va creciendo y eso es uno de los encantos de este oficio. No es solamente salir, tocar, cantar, viajar; es que uno ha perfilado un verso mejor. En Baila Lucía me creo todos esos versos, todos a machamartillo.

“Para que tus dedos bordaran el aire te prestó la luna un mantoncillo azul, el duende te agarro por la cintura…”
Tu hija debe de estar encantada.
Me dice “ya puede venir hacerme alguien una canción de amor que no lo va a conseguir”, ja, ja.

Con los años Al amor del primero disco se le canta diferente.
Entonces no sabía ni amar, era “en cuanto yo pueda”. Todo es un proceso y hay que tenerlo en buena estima, el viaje a Ítaca.

Con Sabina, empezaste hacer Ruido y compusisteis a medias Bendito veneno a pocos días de San Valentín y la flecha no avisa.
Sí, Cupido de pronto un día sale y le da por ti y échate a temblar. Siempre se le ha asociado a un amor cándido, al flechazo, con el tiempo uno ve que las flechas que tiraba Cupido, al principio, eran muy veloces y muy ciegas. Luego hay un momento que hay que decirle a Cupido: “haga usted el favor de quitarse esta venda y dispare a conciencia, apunte bien que esto no es ningún juego".

Serrat, Sabina y Ruibal, tres genios con personalísimo sello, como dicen tus versos: “Mi canto canta por su cuenta/y se termina donde empieza/la canción de los demás”. Tu disco se acopla a la sintonía de La Orquesta del Titanic, por su exotismo.
¿Sí? Puede ser, también, la experiencia colectiva del tiempo que nos toca. Los músicos del Titanic somos los músicos del último momento del que este barco va a flotar. Lo que venga después será otra cosa. Tengo esperanza que el que renazca sea más vigoroso, más fuerte. Que manden buzos y que saquen del mar del olvido toda la información buena que ha tenido este tiempo, que es muy válida para el siguiente. Pero el siguiente será como sea, y no será nuestra responsabilidad. No hay que usurpar el tiempo de otros, eso sería autoritarismo.

Dejar unos versos que perduren y una calidad de melodías que conviertan a uno en un clásico, no está demás.
Hay que dejar un renglón metido en el libro gordo de la cultura, aunque sea un rengloncito.



"Hijo de mil leches, sangres y pueblos", el del Puerto de Santa María cruza el charco una vez al año para tocar en Manhattan, Chicago y Miami. 

¿Qué me cuentas “my friend” de la Gloria de Manhattan, tienes una cita en Harlem?
Pues sí, en mayo otra vez. Manhattan ahora es el escaparate del mundo, para nosotros los músicos también tiene algo especial. El pasaporte que uno lleva es su composición, su manera de tocar y escribir, llevas una música andaluza, española, que también es muy porosa y está muy abierta a otras cosas; hay margen para la improvisación y eso caldo de cultivo en el jazz americano funciona muy bien. El lenguaje musical es universal, llevo tiempo yendo, cada año me voy dos o tres semanas, entre Nueva York, Chicago y Miami. Tocar para quien no entiende el idioma, tiene su encanto. La guitarra tocada como lo hacemos en el sur tiene una chispa, un magnetismo que atrapa. Son puertas que abro para divertirme, sin buscar rentabilidades como “ha abierto una nueva puerta en Manhattan”, ¡pues no hay puertas en la Gran Manzana! ja, ja. Ve y disfruta. Vuelves con el suvenir visual y emocional que es el que justifica el viaje.

Arte que quita el sentió y pa quitarse el sombrero. Hombre de sombreo ¿ante quien se lo quita Javier Ruibal?
Musicalmente ante tanta gente. Soy muy ecléctico. Me quito el sombrero con Melchor de Marchena, y Sabicas, esos primeros guitarristas, luego vinieron Paco de Lucía y Enrique de Melchor, Vicente Amigo. Toda la saga de los grandes guitarristas flamencos, toda la saga de los grandes guitarristas americanos Jimmy Hendrix, Pat Metheny, Frank Zappa… Me quité el sombrero con Serrat cuando escuché sus primeras canciones., así a brote pronto…

¿Fueron las calles de Barcelona las que te enseñaron el “do, re, mi, fa, sol”?
El “do, re, mi, fa, sol” lo traía de casa, pero aquí escribí mis primeras canciones. De mi primer disco Duna, cuatro canciones están escritas aquí. Cantaba en pubs temas míos y de otros, de Serrat, de James Taylor, y de pronto me dije: “aquí hay que soltarse de las manos de los maestros y hacerse algo propio”, y empecé a escribir aquí. Por eso mi reencuentro con Barcelona tiene, además de tener muchos amigos, algo muy especial.

Vosotros tenéis el levante y nosotros, el viento de la tramontana.
Sí, somos un poco sonados. Eso hace bien para la inspiración porque lo excesivamente estático tiende más a la siesta que a la fiesta. Es mejor que un soplo de viento te haga, aunque sea, renegar. Los vientos imprevisibles e impetuosos son muy buenos.



Mañana presentará en L'Auditori, Quedaté conmigo, su onceavo trabajo de discográfico.

En tu concierto en L’Auditori, este jueves, ¿cantarás para el cerebro y las caderas, tirará más a la fiesta que a la siesta?
Por supuesto. Esa es una frase que dijo el maestro Juan Luis Guerra, es una propuesta que se parece a la mía. Me gusta que las canciones tengan sus pensamientos, y que te lleven a un punto de reflexión pero si te flexibilizan las caderas al mismo tiempo, me parece que es mucho mejor.

Siempre imantado a la guitarra ¿te has sentido alguna vez contra las cuerdas?
No, he tenido momentos de bajón pensando: ¿cómo se puede someterse a toda una población adulta a hacer párvulo musicalmente? Pues a golpe de dinero, de negocio, y de gente sin escrúpulos. A veces, es cansado pensar como uno puede sacar la cabecita en medio de todo eso. Luego, te das cuenta que son dos luchas distintas: eso no es arte, eso es negocio, no está hecho con temperamento artístico y entonces es una satisfacción saber que tú no estás en la música por el negocio. Salvo en esos momentos, todo los demás ha sido siempre muy esperanzador, he estado muy bien acompañado y muy querido, nunca han faltado, además de la gente que me quiere, el estímulo de los artistas a los que admiro. Cuando conocí a Serrat inmediatamente me incorporó al gremio de los creadores interesantes; con Paco de Lucía me pasó igual. Este tipo de cosas son las que a uno alientan para no caer en la dinámica derrotista. Con que el disco suene en la cabeza de los que te quieren date por satisfecho.

¡Que nos quiten lo bailao!
El problema está en: "¡oye! ¿y si nos lo quitan?"

21% IVA.
Uy, uy, uy, la contracultura hecha desde el poder. Estamos gobernados por una cantidad de zafios que no saben donde tienen la cabeza pero que son capaces de cortarnos la nuestra antes de recocer que ellos la tienen hueca. No se había visto hasta ahora tamaña tropelía. Ahora cuando la gente vaya a votar que sepa que de cualquier color político te puede caer un palurdo que no tenga ni idea de lo que está haciendo.

¿Cuál es el recuerdo más significativo de tu infancia?, ¿cantaba tu abuela mientras te cocinaba?
Eso es una evocación, pero si recuerdo a mi madre en el “chup, chup, chup” de la cocina y yo estar tocando la guitarra sin apenas saber, en la puerta con una sillita. De pronto, mi madre me decía: “toca por fandangos que voy a cantar” y yo no sabía ni afinar la guitarra.

¿Qué te hace perder los estribos?
La indiferencia y el despotismo, y el robo a cara descubierta de las libertades y los derechos de las personas.

¿Un soñador alquimista cómo matas las horas muertas, estando en Babia?En este oficio para concentrarse hay que estar en Babia, hay que estar un poco ido para caer del limbo y escribir algo.

¿Tienes algún sueño recurrente?
Tengo una pesadilla recurrente. Que en algún aeropuerto me pierden la guitarra o llego tarde a mi concierto. Menos mal que siempre me despierto y no veo a mi grupo triunfando sin mí, ja, ja.

¿Hay algún verso que te acompañe siempre?
Curiosamente se me viene en muchos momentos un verso mi tema Darse a vivir: “y dime si la cuenta atrás está rondando el cero y darse a vivir es lo primero”. Me recuerda a lo que hemos venido.

Después del Barnasants ¿dónde te llevará el levante?
A Valencia, Madrid, Algeciras, Granada… más tarde a Costa Rica llevando el espectáculo Casa Ruibal, luego Nueva York y luego a la playa.

Ahora entendemos porque a este gaditano le acompaña la suerte.  Huyendo del tópico de “artista contemporáneo de vanguardia” acabaremos echando mano a sus versos:



Siempre imantado a su joya de alta orfebrería, una guitarra de
de Pedro de Miguel, en un llamativo estuche de fibra de carbono.

La sombra del navegante,
la luna sobre cubierta,
la brújula vigilante
y la mirada despierta….
Soy hijo de una quimera,
toda la mar por delante
sin un motivo siquiera.



El universo Ruibal sigue expandiéndose con un mar de exquisitas canciones.


www.javierruibal.com

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