viernes, 18 de marzo de 2016

Alba Molina: "Vamos a darle otro rato a Lole y Manuel"

Texto: Noelia Baldrich / Fotos: Alba Molina


Alba Molina recoge el legado de Lole y Manuel en un disco
con los temas más universales del dúo que dio alas al flamenco.



No hay manera más hermosa de enfrentarse al duelo que con el ungüento de la música. Todo es de color cuando una Voz y una Guitarra flamenca cuentan sus alegrías. Dúo genial, arte y poderío, que abrió espacios infinitos al cante más expresivo. Cantaba a la flor y al Romero verde, a la Mariposa blanca y al gorrión, a la albahaca y a las Hojas de Menta, a la campiña y al agua. En 1975 el pueblo se desperezaba con un Nuevo Día para el cante jondo. Lo que se escuchaba por los altavoces de aquel lorquiano Balcón flamenco a los puristas confundía. Fresca bohemia, savia nueva, nacía El origen de la leyenda, el dúo Lole y Manuel, tradición y vanguardia. De la cantaora de voz prodigiosa decían que si Oum Kalzum fue el astro de Oriente, Lole es el astro de Occidente. Del tío Manuel, gitano poeta que acopló, desde la difícil sencillez, un río de verdad y sabiduría en una nueva rima. El río de mi Sevilla, de su Triana, conquistaba al mundo con el toque de su guitarra. Un pájaro flamenco con los dedos muy largos que tocaba las seis cuerdas al estilo de Picasso. El guitarrista ciego, se llama el lienzo. Cantaban y tocaban a su antojo: “¿Cuál hacemos? -La que tú quieras”; y de aquel antojo de arte, amor y pasión nació su mejor canción, Alba Molina. Una gitana de ojos grandes que hacía bailar de noche a las estrellas por tango, por seguidillas, por bulerías y Al Alba con alegría. Dulce y habilidosa como su madre, fuerte y serena como su padre. Manantiales de Casta Molina y Montoya que pronto surcarían nuevos mares. Empezó Despasito (1997) que diría Alejandro Sanz, bajo la tutela de Manuel y los consejos de Lole: “Tienes que ser tú, no acostumbres al público a un solo género, canta por bulerías, por salsa o baladas. En España tienden a encasillar a los artistas”. Presentó un disco donde la sirena mora reinvindicaba Déjame surcar una vez más por bulerías y otros cauces estilísticos, travesías que pronto alcanzarían un segundo disco, Alba Molina (2001). Y entre “lolaloley” y “porompompero”, en 2003, Ojú compartió Savia negra (2005) con Las Niñas. Letras políticamente incorrectas que les cerraron puertas pero no le dio Pereza para después colaborar En donde estés con Leiva. Y metida ya en el rock decidió remover las aguas de 0’Funk'illo con Andreas Lutz, un cosquilleo entre flamenco bolero, ritmos brasileños y caribeños, donde recitaba en Tucara dame un Beso de Desayuno. Andalucía la besaba como canción de su campaña turística No puedo quitar mis ojos de ti (2008) y en el jazz, también, se zambulló en el proyecto Divas del flamenco, Maravilloso Sinatra. En estos últimos años estuvo acompañando al genio, al amigo de penas alegría, a su padre, sobre los escenarios hasta su última interpretación Déjame surcar una vez más a la deriva. Ahora, casi año de su partida, quién mejor para cantarles que la que sale de los altavoces de su sangre con a afinación de un Longines. Porque ella es de Lole y es de Manuel, y canta ahora a y para ellos sus himnos universales. Dime tú, Mira, Cuento para un niño, Al Mutamid…, y lo hace con el mismo cariño, cuidado y dedicación que hacían en sus grabaciones. A la guitarra del maestro, su fiel escudero, Joselito Acedo. Alba Molina canta a Lole y Manuel (2016, Universal) libre como el viento y con el canto abierto para demostrar como el llanto se hace canto. Las palabras de un hombre profundamente sencillo que encajó poesía y flamenco: “Que nadie vaya a llorar el día que yo me muera es más hermoso cantar aunque se cante con pena”.


A un año de la muerte de su padre, Alba Molina interpreta con hondo sentimiento su disco más flamenco.

¿Cómo canta este disco Alba Molina?
Bueno, cómo puedo. Es difícil este proyecto, bastante difícil en cuanto a todo. Es un momento delicado y obviamente sale. Tengo un mezcla de rabia, pasión. Por otro lado, también, estoy dulce, sosegada, de todo un poco. Pero creo que era el momento de hacerlo y no podía ser de otra manera. Lo he cantado con el alma.

¿Sirve de ungüento para el dolor del alma?
Sí, sí, es como hurgar en la herida y darle besitos a la misma vez. Es agridulce pero me quedo con lo dulce, no hay manera más hermosa de recordar a un padre y a una madre que aún la tengo aquí.

Barcelona debe traerte muchos recuerdos: con Lole un concierto homenaje a Manuel; con tu padre, el recital Molina; y Lole y Manuel daban su último concierto como dúo artístico en el Tívoli, en el 97.
Ya ves. Pues sí, la verdad que esta ciudad me gusta por muchas cosas. Tengo recuerdos...¡imáginate! he venido aquí ¡un millón de veces! para promoción, conciertos, para todo y me trata muy bien Barcelona. Son gente muy culta musicalmente y esperamos venir pronto a presentar este disco, estamos en ello.

Decía Manuel: "Si el flamenco hubiera sido de los catalanes, otro gallo cantaría. Sería una cultura intocable. Son gente que se toma las cosas con tanta seriedad y respeto. ¡Cómo les admiro! Soy capaz de ir a Barcelona o a Tarragona sin contrato porque sé que me van a pagar. Y así no voy a ningún otro lugar del mundo.
Ja, ja ¡Qué arte, tenía!

Lole y Manuel fueron los pioneros en establecer un contrato con clausulas innegociables. ¿Alba Molina, también?
Ja, ja, bueno, verás se intenta porque está la cosa regular, pero de alguna manera es un forma de asegúrate tu pan, yo lo entiendo así. Pero ese recuerdo tiene gracia.

¿Enfrentas el escenario con más miedo cantando por tus padres y con piezas tan universales?
Sí, mucho, tengo vergüenza y miedo, estaría loca si no lo tuviera, pero es el momento. Antes, no lo era, y más tarde, tampoco. Es ahora y no creo que vaya hacerlo más veces. Verás, quiero decir que defenderé este disco en directo y ya veremos que pasa después pero es un momento de mi vida bastante especial. Y claro que me da miedo que me comparen con Lole, mi madre, es una tontería, porque no tengo comparación con ella, vamos en nada. Ni tengo su voz, ni su talento, ni su afinación, ni su energía, ni su nada. Sí se nota que soy la hija de ambos, no sé en qué pero se ve, me estoy piropeando a mí misma. Creo que estas canciones merecen ser cantadas siempre, entonces vamos a darles otro rato.

Sería legítimo que contestarás con tus letras: “Porque quiero y porque puedo”. “Alba afina con la precisión de un Longines: pones un palillo de dientes y delante una cuerda, y solo ves uno: esta es la afinación correcta”, explicaba tu padre.
Mi padre, tu sabes, le gustaba decir esas cosas, pero la que afina bien es Lole. Afinar no afino mal, pero no sé, es que mi padre supongo que me quería mucho (risas).

¿Qué opinión le ha merecido a Lole el disco?
La verdad que como es tan complicado el momento que no hemos hablado mucho, lo escuchó, lloró bastante y me dijo que era precioso, no hemos hablado mucho más.

¿Se va reponiendo?
No. No lo vamos superando ninguno de la familia.

Más un hombre tan querido por el público que siempre lo recuerda.
Y, sobre todo, si haces un disco homenaje a Lole y Manuel.

Cuando mejor se canta es con los sentimientos a flor de piel, te vas a romper más de una vez sobre el escenario.
Sií, si me rompo sin cantarlo ¡imagínate cantando!

Al Teatro Lope de Vega de Sevilla quieres llevarlo.
Sí, porque Lole y Manuel tocaban mucho allí y me parece un sitio muy romántico precioso.

¿La elección de los temas ha sido difícil?
Difícil dejarte temas fuera. No ha sido difícil escoger estos temas, nos hemos basado en los que nosotros teníamos en nuestras vidas, que nos daban añoranza o lo que fuera, y, después, un poco los que pensamos que la gente quería escuchar de nuevo.

Al Mutamid es un tema complicado y ¿por eso lo grabasteis rápido?
Sí, esa canción es fuertísima y no se puede pensar mucho. Nunca pensé que la iba a cantar y la verdad es que es acojonante cantar eso.

¿Sabían el clan de las mujeres Montoya para qué eran convocadas al estudio?
Sí, sí, vinieron al estudio mi madre con su hermana, mi tía Carmelilla Montoya, y Angelita y grabaron las palmas, pero ya te digo que no hay mucha efusión. En estos momentos ni me va a dar un abrazo... nos podemos morir las dos. Ahora mismo lo estamos llevándolo como podemos, ya es suficiente este disco, bastante doloroso.

Y con una guitarra muy especial.
Una guitarra de mi padre preciosa, de palillos, que utilizaba normalmente. En su sonoridad es única tiene un sonido muy peculiar. Suena a Manuel Molina.

¿Por qué Joselito Acedo y no Rycardo Moreno?
Rycardo tiene otra cadencia, Rycardo es mi hermano, lo adoro, y pienso que toca mejor que nadie pero para este proyecto el idóneo es José porque tocaba con Lole y Manuel y se lo sabía de pe a pa, ese aire de Triana lo tiene él. Rycardo es de Lebrija, tiene otra cadencia otra forma.



Alba Molina se acompaña de Joselito Acedo, discípulo del maestro, para mantener la esencia del toque de su guitarra.


Se incorpora a la entrevista el guitarrista Joselito Acedo.
Una guitarra llena de sorpresas, José.
J.A: Esa guitarra es muy especial, parece que tengo al lado a… (se emociona).

A Tío Manuel.
J.A: A mi gato, yo le decía mi gato y el me llamaba a mí, también, gato, por los ojos.

¿Por la mirada felina?
J.A.: Sí, y verdes, y porque era un gato, era genial, por su punto chulo, así vacilón, muy nocturno.

¿Cuál crees que era su mayor virtud con la guitarra?
J.A: Que te transmitía del tirón y los silencios. Tenía silencios de oro, donde dejaba el silencio te removía por dentro. Lo ponía ahí y era como una guinda.

¿Una guitarra de palillo suena muy diferente?
J.A: Sí, totalmente.
 Una guitarra de palillo, al no tener ningún tipo de mecanismo por medio de hierro, solamente es madera y cuerda, suena más a madera y, sobre todo, la que él utilizaba, la de Francisco Barba, hechas con un tiempo, muy “mijitas” como a él le gustaban las cosas, muy cuidadosa.



La chaqueta de Joselito grabada con el rostro y versos
de Antonio Molina.

¿De quién surgió este proyecto?
J.A: Salió de Alba, me comentó que le encantaría hacer temas de Lole y Manuel, y como, en alguna ocasión, ya habíamos hecho alguna pincelada cantando el Dime o Todo es de color, entonces me dijo “Mira” y yo le dije “Vámonos”, ¡claro!

¿Váis a ir con las dos sillas acabadas de pintar en cada recital?
Alba Molina: (Risas) No sé, si llevamos algún día un camión, como llevaban ellos, pues sí, seguramente.

Muy curioso ese aspecto y la alfombra que siempre llevaban.
A.M: Sí, cosas de mi tío Jesús, que es más “mijita” que mi padre, y que les hacía de mánager. Pero ya veremos si llevamos sillas, ¿por qué no? En Las Niñas llevábamos bancos. No lo había pensado.
J.A: Lo de la sillas es muy bonito, la verdad. Era muy significativo como el mantón que llevaba Lole, que lo ponía en la silla. Es un sello. Si ves los vídeos en el escenario son ¡uff! Súper vacilón la forma de vestir, de ponerse en el escenario, es completo. Es una marca hecha de una vez, ahí se queda y ya está, y no tocarla, porque como la toques vas a estropearlo, a otra cosa, otra cosa mariposa.

¿Pudo haber un plan B para una Alba nacida en la saga Molina Montoya?
A.M: Música seguro que hubiera hecho, no sé cómo ni de qué manera. No sé, siempre me ha gustado la psicología, me hubiera gustado ser psicóloga.



Desde la psicología removamos el cajón de tus recuerdos. Nacida en cuna de artistas ¿muchas Noches de Bohemia?
A.M: Sí, estaba bastante acostumbrada, para mí era normal que siempre estuvieran cantando, componiendo y mi padre detrás de mi madre con la guitarra por todos lados. No lo he vivido como algo especial. Ahora, sí que lo pienso y soy más consciente, me asombra “madre mía, qué fuerte”, pero entonces lo veía natural.

¿Qué momentos han marcado tu trayectoria?
A.M: Suelo hacer siempre lo que me gusta, eso es importante, siempre me marca. Con los primeros discos era más inconsciente pero ya con Las Niñas todo me ha marcado. Hay un antes y después. Luego TUCARA también es un proyecto chulísimo, donde he aprendido y he disfrutado muchísimo, y cantar con mis padres por separado y juntos a la vez, pues son momentos cumbres.

¿Hay alguna actuación con tu padre que recuerdes de manera especial?
La última, fue en Madrid, un poco antes de morir.

¿Él vestido de blanco y tú de negro?
A.M: Sí, esa es, justo esa. Pero la última, la última, fue después en Lebrija, que fuimos a una peña a cantar tres canciones. Tanto una como otra fueron… ¡imagínate! Ya sabíamos todos y fue bastante heavy.


Alba Molina cantando con Manuel Molina, en el último recital del maestro en Madrid.


Trovador de verdades, de pensamiento hondo, recojo alguna de sus frases y que Alba Molina haga su particular lectura.
“Aprendí a desconfiar con lo que me gustaba fiarme de los demás”
A.M: Ya ves, pues eso es lo que pasa.

¿Con el tiempo aprendes?
A.M: O desaprendes. Aprendes lo que tienes que hacer y lo que no tienes que hacer también.

Pasados los treinta y con perspectiva ¿cantarías ahora Se alquilan años, por esa loca juventud o una es la suma de todo?
A.M: Ese tema es de Alejandro Sanz para mi primer disco. Por supuesto, todo lo que ves en mí es producto de lo anterior, si me hubiera metido en una cajita de cristal no sería lo mismo.

Después de los trasteos estilísticos ¿tienes ya definida tu ruta musical?
A.M: Que va. He hecho lo que me apetecía, con O’Funk'illo voy cuando me da la gana y canto, pero yo ahora no tengo más espacio. Ahí estoy, no sé que va pasar mañana, no tengo ni idea. Abierta musicalmente.

“Para mí, la música es como un beso: si no es puro, no es un beso, es una pura mierda”, aclaraba Manuel, ¿y para Alba Molina?
A.M: Ja, ja. La música es una forma de vivir, parece una frase hecha pero no lo es. Viví en una casa de artista, imagínate la vida que puedes llevar.

¿Sigue tu vena compositora como en aquel tema Verde Aceituna: “Te voy a bordar tu nombre en la trenza de mi pelo con hilillos de colores pa’ que veas como te quiero”.
A.M: Sí, con mi padre sí lo hacía, ahora ya sola tengo mil cosas que escrito y he tirado. Soy muy pudorosa, me da vergüenza, bastante. Mi padre siempre me ayudaba un poco, pero, hoy por hoy, no creo. Bueno, no sé, igual me salta la vena y escribo un libro, pero creo que no.

¿Ni terminarás la letra por bulerías que encontraste hace poco en tu messenger que tu padre te devolvió?
A.M: No la terminamos. Fue un trocito de letra que yo tenía y el puso otro trocito pero es muy cortita y sin terminar no podría cantarse así, y si no está él, pues, ya la dejamos así.

José ¿te has hecho tuya la costumbre de llevar las letras en la funda de la guitarra como Manuel?
J.A: No, yo no utilizo nada de eso. Manuel utilizaba cosas muy curiosas. En casa tengo una guitarra, que utilizaba, también, para Lole y Manuel, que es igual que esta porque grababa con varias, y esa guitarra tiene de todo, ja, ja, te puedes encontrar hasta un cepillo de dientes sin abrir.
A.M: Un cepillo de dientes de los hoteles.
J.A: Una rama de romero.
A.M: Un alfiler de esos chiquititos, mini, mini.
J.A: Un poema a su nieta Lucía escrito en un servilleta. Es increíble. No, yo no suelo meter muchas cosas en la funda.

“Las penas con mi Lucía/son menos penas/ El llanto se hace canto/ Si estoy con ella”.
A.M: Sí, está escrito en el disco y es el de la servilleta que está en casa.

Alba dedicas el disco a tu hija Lucía ¿el niño tendrá celos?
A.M: El niño es muy chico, tiene cinco años, y no se ha enterado.

Él, al baloncesto.
A.M: Sí, le gusta bailar y al baloncesto.

¿Continuarán la saga flamenca?
A.M: No lo sé, mi niño es como su padre, funky total, y mi niña le gusta el flamenco pero no tengo ni idea por donde saldrá.

"Tiempos extraños para la peña cómo luchamos por nuestros hijos para que puedan seguir chupando de la teta”, cantabas con Las Niñas, ¿Cómo ves el futuros de los hijos?
A.M: No tengo ni idea, me da miedo pensar en eso, cualquiera sabe. La barbaridad que estamos haciendo de traer niños a este rollo. No sé, ni quiero pensarlo mucho, quiero pensar que todo se va arreglar, la verdad. Esta la cosa tomatosa.

Manuel buscaba a Dios en la música, en el agua, beso, en la verdad, ¿En qué credo te refugias?
A.M: He tenido una relación con Dios bastante rara, porque he estado muchos años enfadada con él por muchas cosas. Ahora mismo estoy bastante más sosegada, bastante más tranquila, no tengo esa sensación de ansiedad que tenía este año pasado con lo de mi padre. No sé donde está, a veces, pienso que se pasa un poco si es verdad que está. Por otra parte, quiero creer que está porque muchas veces lo siento, pero me confunde bastante, es juguetón, ja, ja.


Lole y Manuel en Hojas de Menta, un tema muy especial para el dúo
Dos meses antes de su muerte en el bar Botellita’s, Manuel coge la guitarra mientras Lole interpreta Hojas de menta, ¿se pensó en el retorno de Lole y Manuel?
A.M: Bueno, yo creo que mi padre sabía lo que estaba haciendo, quería tocar con ella, sabía que esta malo y quería tocar con ella.
J.A: Yo me doy cabezazos ahí (señala la pared) lo has dicho y me ha hecho la mente “zas”, me ha trasladado aquel día. ¡Hostia! Es que ellos se admiraban artísticamente ¡uf! Verlo ahí queriéndolo los dos, fue un subidón muy gordo.
A.M: Hay fotos por ahí ¡madre mía! salgo yo llorando como un grifo. Era un deseo que él tenía. Eso es Amor, no enamoramiento, no, Amor.

Se separon siendo tú muy chica ¿te afectó?
A.M: No lo han hecho mal del todo, no, se han llevado más o menos bien y eso es lo importante para los niños. No tengo una sensación de pena por eso. Seguramente, si se hubieran quedado juntos y se hubieran peleado mucho hubiera tenido más pena.

¿Qué significado tenía el anillo que siempre llevó en el meñique?
A.M: Se lo regaló mi madre, con un brillante, no se lo quitó nunca. Ahora lo tiene su mujer. Ese anillo me lo regaló a mí cuando yo tenía 18 años pero me dijo: "Déjamelo de mientras que sin el anillo no puedo estar", por el peso del anillo para tocar. Y ya después se lo ha quedado Lola.

El color blanco ¿a qué te remite?
A.M: A la ropa de mi padre. Es uno de los colores más bonitos, aunque, también, me gusta el azul y el negro. El blanco siempre representa pureza. Manuel era muy blanco y Lole, también.

Lo llevas tatuado.
A.M: Sí, es un león. Veo aquí a mi padre ya elevado, ya en el cielo, en paz, veo su nobleza. Me lo hice rojo por la sangre y como el vino, tengo una cita bíblica, Cantares I y II: “Besame con tus besos porque tus amores son como el vino”. Eso se lo digo a mi padre.

¿Qué opinaría Manuel del disco?
A.M: Espero que le guste, me encantaría saberlo.
J.A: El disco está hecho para todo el público pero lo hemos hecho pensando continuamente en ellos, cómo lo cantarían, cómo lo tocarían, donde le gustaría tocar, con que guitarra, entonces está hecho para ellos muy especialmente.

Me dormí para no pensar y….
A.M: "Me dormí para no pensar y soñé precisamente con lo que no quería olvidar”.

¿Sueñas últimamente? 
A.M: Sí.

¿Con?
A.M: ¡Uf! muchas cosas. Sueño bastante, más en siestas de cinco minutos que por la noche. Soñar bonito…Pues mira he soñado con mi padre que estaba con él y me he levantado con la sensación de haber estado con él. Lo he abrazado.

Un sueño despierta.
A.M: No sé, creo que quitando lo de mi padre, estoy bien. Un sueño: cantar con Caetano Veloso. Pero, que verás tú, tampoco lo veo tan lejos. Después de este shock lo veo todo desde una perspectiva más tranquila, no le doy importancia a según que cosas. Suelo quitarme las cosas de en medio que me dan mal rollo, aunque, algunas aún tengo que solucionar, pero bueno. No soy mala persona, soy entregada y eso es chulo.

En Sevillanas de esta vida, cantabas: “Me enamoré, me enamoré, me enamore…” ¿finalmente del hombre que anhelabas?
A.M: (Risas) Yo me enamoro y me desenamoro como un hotel, eso decía mi padre. Pero, sí, la verdad que elegí a Andreas como hombre, y lo quiero mucho y me gustaría que me durase siempre, ojalá.

¿Te gustaría casarte?
A.M: Me hubiera gustado casarme, ahora, ya no. Me he vestido muchas veces de novia para desfilar, y me hubiera gustado vestirme de novia, sí, pero ya no, tendría yo que sé… (risas). Ahora mismo no tengo yo muchas ganas de casarme.


Alba Molina y Lole Montoya, hija y madre, cantaoras con una afinación prodigiosa.














¿Lole os acompañará en alguna actuación?
A.M: Sí, yo supongo que en algún concierto haremos que suba ella, la presentación, a lo mejor, en Sevilla en un lugar característico. Siempre está haciendo cosas artísticas.

¿Qué tendría que ocurrir para sentiros totalmente agradecidos con este disco?
A.M: ¡Ya! yo ya estoy agradecida, no se tiene que dar nada.
J.A: Yo también. Y con muchas ganas de ponerlo en escenario que la gente vea que es un buen trabajo, que merece que pongamos los temas de Lole y Manuel en pie otra vez y que digan “¡hostia!”, sería bonito. Por parte de ellos su trabajo va perdurar siempre.

Si pudieras mover las manillas del reloj del tiempo ¿dónde estaría tu manilla en este momento?
A.M: ¡Uf! No sé, más para atrás. Tengo mucho momentos, pero volvería unos añitos. Quisiera estar con mi padre, pero, no desde la pena.


 Alba Molina recupera la sonrisa cantando a sius padres Lole y Manuel

Algún consejo que te dejase.
No daba consejos pero siempre me decía: “Haz lo que quieras pero intenta arrepentirte las menos veces posible.”

De este disco no te vas arrepentir.
No, en absoluto.

“Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando”. Tagore, lo leía mucho.
Ya ves, que te voy a decir de eso. Está conmigo, con nosotros.



Alba Molina y Joselito Acedo, en Barcelona, promocionando 'Alba Molina canta a Lole y Manuel'

www.albamolina.es
facebook:AlbaMolinaOficial

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