Texto: Noelia Baldrich / Fotos: Muriel ViBa.
La escenografía de Tour Terral 2015 es muy orgánica. Coloridas imágenes relacionadas con los cuatro elementos: mar agua aire y tierra son proyectadas por una gran pantalla. |
Antes de entrar en el quid Alborán, voy adelantarles un par de curiosidades que creo necesarias para que después entiendan el
calibre de mis reflexiones acerca de la fulgurante
estrella malagueña, y, evitar, a la postre, juicios superficiales al
estilo de que la magia alboriana me ha nublado la cordura y por ende la pluma. Ponderar o descifrar la magnitud del talento
de este joven cantautor, de 26 primaveras, que con sólo 4 discos en el mercado ha pulverizando
todos los récords del star system en exiguos cinco
años, exige de un mayor background. Materia que arroje algo de sentido común a un fenómeno inexplicable que en tiempos de crisis genera cifras que producen vértigo. Con ya 36 discos de platino se ha convertido en el artista de mayor éxito
discográfico en España de los últimos años, según las estadísticas anuales de
Promusicae. Aquel jovencito con cara de ángel, -ahora sabemos que lo que tiene es
ángel- que en 2010 aparecía en YouTube en un vídeo de producción casera, sentado en un sillón blanco cantando con su guitarra Solamente tú, se está convirtiendo en un trabajo de estudio que ha dado ya para
unos cuantos libros. La primera anotación a la que me voy a referir me ha sido desvelada en
el libro Mil secretos que contarte, una biografía sobre el artista malagueño escrita por el
periodista Jordi Bianciotto, toda una autoridad en materia musical. ¿Saben que existe una isla en
medio del mediterráneo, llamada paraje natural de Alborán, una roca totalmente plana de altos acantilados
entre Almería y Marruecos, y declarada reserva marina? Exótica coincidencia que
resulta cuanto menos curiosa y que va a servirme de analogía para describirles el escenario
sobre el que se asienta los conciertos de su gira. El segundo apunte necesario para interpretar los diferentes prismas que refleja su show lo dio a conocer el propio intérprete. Se trata del
nombre que escogió para su cuarto disco Terral (2014, Warner). Un apelativo que enraizaba con sus
orígenes y designa un viento cálido típico de Málaga, El Terral. Esta brisa cruza
el Atlántico, regresa entrando por Portugal y tras hacer un giro llega a su ciudad natal con mayor calidez.
Pablo Álboran haciendo alarde se su dominio vocal, de sus quiebros aflamencados, en sus baladas más íntimas. |
Hechas estas puntualizaciones
entremos en su Tour Terral 2015. Más de 80 fechas, éxito rotundo por el circuito latinoamericano y ya en España, en junio, dos gestas abrumadoras : Madrid, maratón de triplete en las
Ventas, con 55 mil espectadores; Barcelona, doblete, 32 mil personas y una tercera cita a la vista,
el 23 de octubre, que se esta vendiendo a velocidad de crucero, según la promotora The Project. Vayamos pues al quid
de la cuestión y a los aspectos más relevantes de su concierto este pasado
jueves en la ciudad condal. Mientras el Palau Sant Jordi lucía esplendoroso con
un lleno de esos que hacen gozo, la prensa era tratada a cuerpo de rey. Un miembro de su staff, Tony, era destinado exclusivamente a atender a los medios, facilitando
el trabajo a los reporteros gráficos con detalladas instrucciones sobre el
modus operandi y ofreciéndoles hasta agua para que estuvieran frescos y
motivados. Los buenos modales y la refinada educación que Pablo Álboran lleva como carta de presentación ha sido acopladada a todo su equipo que, además de su entrega, transmiten una seguridad fruto del convencimiento que entre manos tienen a un artista superlativo, fuera de lo común, con un halo especial. A las 21.45h, una sonoridad volcánica como si
proviniese del centro de la tierra hacia eclosión sobre el escenario, mientras un vídeo proyectaba una imagen del cantante simulando recorrer diversos parajes
terrestres para, finalmente, ascender al universo provocando una explosión a modo de Big Bang. Todo muy orgánico. La
puesta en escena guardaba mucho paralelismo con el islote del mediterráneo. Un gran
escenario completamente “árido”, como la roca plana, sin artificios, sin
concesiones a elementos superfluos, cumpliendo la premisa: más poderoso cuanto
más simple. Únicamente en el frontal, en ese acantilado que guarda la distancia con público,
una pasarela de menor altura para aproximar la
estrella a su mar de fans.
En los temas más sensuales dejó a un lado la cándidez para entregarse al juego de la seducción. |
En ese escenario natural, nítido, emergía una roca llamada Álboran, que
tanto era piedra preciosa como volcán de sensaciones. Arrancaba con Está permitido y desde el minuto uno comprobamos que el baladista romántico almibarado de los inicios, sobre las tablas del Sant Jordi, se ha convertido era un artista
sólido con un compuesto alquímico contundente y versátil. Si empezó el recital a lo alto, tras
dos horas y cuarto, lo cerró aún más alto con un final exultante. Ni en su voz, ni en su actitud un asomo de cansancio. Lo ha confesado en más de una ocasión
que nunca le veremos una mala cara trabajando, y vaya si lo cumple, su sonrisa
de principio a fin lo barrió todo. Tras escuchar todo el setlist, 24 cortes,
descubrimos una evolución y una metamorfosis artística sorprendentes. El
joven Alborán ha crecido brillantemente al compás de nuevas influencias estilísticas: a su pop de
toque flamenco, de manzanilla, con Ecos
arábigos hay que sumarle ahora nuevas sensibilidades desde admirables bases jazzísticas, indígenas, bossa nova, hasta ritmos más latinos
y americanos. Un planteamiento
cromáticamente mucho más ambicioso y fortalecido, y todo envuelto con los matices de su voz y los detalles de sus melismas. Aquellos que en su día se referían a él como "flor de un día", por el momento, van a tener que
seguir deshojando sus pétalos de oro porque el sigue apoltronado en el trono del número uno. ¿Pasos de cero? Sólo para la canción porque él "sigue haciendo caminito lerele”como ha admitido. Acaba de componer la banda sonora original
de la película Palmeras en la nieve y promete no estarse quieto. Quienes le
conocen dicen que es una esponja que absorbe la savia de la vida para después
devolverla en forma de hermosas canciones. Interpretó todos sus hits que son muchos; tocó la guitarra, el piano, se atrevió con el cajón a dúo con su músico Carlos Martin y terminó con los timbales.
Junto a la francesa Zaz interpretó Pasos de Cero, en francés, y Sous le ceil de Paris. En catalán cantó algunas estrofas de Solamente tú. |
Saludó muy educadamente a su público: “Bona nit, familia. Barcelona, mi segunda casa. ¿Cómo estáis?”, para más adelante establecer un diálogo jugando con las letras de sus canciones: “Os he echado de menos”,“aquí hay mucho amor”, y el público entraba en el delirio. El clímax más sensual llegó de la mano de sus temas más provocativos con sugerentes movimientos de cadera. Con Tanto y Éxtasis el volcán Alborán arrojaba toda su lava haciendo arder el Palau con un “¡Oooohhhhh!". Les emociones se desbordaron y se puso tan contento que le dio por cantar flamenco.
Para el final reservó tres piezas que le permitieron un cierre épico con cañones de confeti lloviendo sobre el Palau, los vivificantes ritmos alegres de Volver a empezar, Despídete y Vívela. Y aquí mi último paralelismo: Alborán tiene la esencia de ese viento cálido malagueño llamado El terral, pero cuando sube a un escenario arrasa con la fuerza y la potencia de un viento típico de L'Empordà: La tramontana. Sus rachas enérgicas dibujan una claridad florescente, un dandismo atmosférico que es todo un lujo para la mirada. Como un lujo es contar con un artista que, a día de hoy, resplandece como una piedra preciosa. ¡Ah! volviendo al principio, si después de leer la crónica creen que estoy tocada, no es por Terral, sino por la tramontana.
El malagueño, además de su inseparable guitarra, tocó el piano, el cajón y los timbales. |
Un final de fiesta a lo grande con cañodes de confeti y un Álboran totalmente entregado. |
Fotos fans: Una semana llevaban las fans durmiendo a las puertas del Palau para ocupar las primeras filas. El viernes repetirían y para volver a ser las primeras en la puerta familiares "suplentes" hacían cola para guardarles los primeros puestos.
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